Barquito, barquito ingrato,
que te llevas mi amor,
no olvides que en esta tierra
hemos nacido los dos.
Mientras él trabaja,
yo deshojando una flor,
me quiere...o no me quiere...
si es no, muero de dolor.
Se pasa el tiempo...
y en el barco no llegó
ni siquiera una cartita
en este mes que pasó.
Al pie de la Morenita
hoy le imploro con fervor
que me lo traiga pronto
para no morir de amor.
Así se pasan los años
mientras me marchito yo.
Estando en el templo un día
para ofrecerle una flor,
oí ruidos...unos pasos...
una mano me cogió...
volví la cara enseguida,
el instinto me advirtió.
Aquella mano...aquel rostro...
¡mi marido, que volvió!
En un instante, mi cuerpo
con el suyo se encontró.
La Virgen desde su trono
nos daba la bendición.
Autora: Dulce María Hernández Pérez
Fotografía: Aarón Moreno Borges
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