Una adolescente de 15 años de Brasil es captada por los traficantes de seres humanos. Sin darse cuenta había comenzado su calvario en forma de secuestro y corrupción de menores En la agencia de viajes se encargaron de todo: billete, alojamiento y permiso de residencia. Al final del viaje fue destinada a un burdel. Le retiraron la documentación, el móvil y no podía salir sola. La amenazaron a ella y a sus parientes si su comportamiento contradecía a los mafiosos. Le informaron que tenía un débito de quince mil euros que tenía que devolver a la organización. Entrega casi todo lo que gana para cancelar la deuda.
Así funcionan las redes de explotación sexual. Las mujeres captadas son violadas y golpeadas por los mafiosos, son esclavas cautivas y no tienen libertad. No pueden llamar a sus familiares, están constantemente vigiladas. Viven en un permanente infierno. Predominan las rumanas y nigerianas.
Son las modernas esclavas del siglo XXI. Tres de cada cuatro mujeres que se dedican a la prostitución son víctimas de la trata de seres humanos. En este lucrativo negocio son vejadas y humilladas. Reciben palizas y están encerradas en los lugares donde prestan sus servicios. Presas por el miedo, sus jornadas son interminables.
Las secuelas que sufren estas mujeres son semejantes a la de los torturados. Tienen que recibir atención psiquiátrica por la presión que soportan. Ante la constatación de esta realidad se ha ratificado el convenio del Consejo de Europa de la lucha contra la trata de seres humanos, ante la grave vulneración de los derechos humanos que se esconde detrás del mercado sexual.
También son explotadas a través de los anuncios de contactos carnales en la prensa diaria. La Iglesia condena estos anuncios afirmando que "la publicidad sexual atenta contra la dignidad humana".
Por otra parte, la Policía Nacional está desarrollando una campaña especial de información y sensibilización contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Anima a las víctimas a denunciar a estas redes. Se han distribuido cuatro mil trípticos y carteles en varios idiomas para atajar estos delitos que degradan al ser humano.
Autor: Clemente Ferrer
Fotografía: Aarón Moreno Borges
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