domingo, 26 de junio de 2011

ONU, ESA FARSA





Escrito personal, de opinión que escribí hace unos 2 años tras un diálogo-debate de la clase Geografía Regional del Mundo en el que analizamos la situación mundial de por aquel entonces.

Es necesario abrir los ojos y ver la realidad del mundo, la realidad de todo lo que nos rodea, y por eso es necesario que aunque estemos realmente mal de ánimos, de salud, o sentimentalmente, no hay que perder el norte. Yo ya sospechaba algo. Al decir verdad, era algo más que una sospecha. Entonces lo constaté junto con un grupo de personas dialogando sobre un asunto en concreto. La ONU (Organización de las Naciones Unidas), que reemplazó a la Sociedad de Naciones en los años 20, se creó para establecer seguridad internacional y para evitar sucesos como las guerras mundiales, el control a los países beligerantes, la ayuda y cooperación humanitaria, entre otras actuaciones. Aquella misión pionera se ha quedado desfasada hasta tal punto que su actuación hoy día es más bien cuestionable. El orden internacional está roto y la ONU es un ente político-pasivo incapaz de frenar las ansias expansionistas de países desarrollados tiburones económicos capaces de saltarse a la torera cualquier ley, capaces de inventarse excusas para manipular (como sucediera con las armas de destrucción masiva, ¿alguien las encontró?) y engañar al mundo entero a base de política barata y mentiras. Los ejemplos saltan a la vista, la crisis de Georgia y Rusia en 2008, el simulacro de advertencia en Irak que acabó en guerra, o las políticas del caos institucional que impera en gran parte de los países de África, son una prueba palpable de que la ONU no sirve para nada. Bueno, si sirve, yo no lo sé, pero supongo que los delegados de la ONU de cada país se sacarán una tajada importante (parné pal bolsillo).

Política para políticos y los que la pagan es la ciudadanía. Eso no es todo, si comenzamos a echar la vista atrás y comenzamos a rememorar guerras, vemos la prueba fehaciente de que esta organización de tres al cuarto es sólo un cuento. Seguro que servirá para algo, pero su ámbito de actuación ha quedado reducido a la mínima expresión. Sino, que se lo digan a los palestinos, a los irakíes, a los afganos, o décadas atrás a los vietnamitas, a los colombianos, a los ugandeses, a los ruandeses, etcétera, etcétera, etcétera. Por doquier podemos encontrar ejemplos de problemas bélicos en cualquier parte del planeta. No existe la paz porque la política ha fracasado, han fracasado los vanos intentos de equilibrar una balanza engañosa. Todo se queda en palabras, en verborrea por y para políticos.

Hay quien, con mucha razón, escudarán su defensa a este organismo por las ayudas humanitarias que hacen en cada país, más todo el trabajo que hay detrás. No lo negaré, no, pero ¿en base a qué? Miran el nombre del país, sus recursos y actúan en consecuencia. Y aún así sus actuaciones no logran paliar demasiado. A la vista está. Las crisis humanitarias es hoy un plaga cada vez peor. Obviamente es un problema mucho más grave y complejo que estas simples palabras. Pero la ONU, con su grandeza, no logra abarcar apenas nada. Sus actuaciones, al menos para mí, son cuestionables, en tanto en cuanto, la crisis es hoy día algo inherente a los tiempos actuales. Estoy harto de los vanos esfuerzos que sólo buscan política y propaganda. Ayudan, sí, pero por cada miligramo de ayuda, tienen veinte toneladas de publicidad política para imponerse medallas que no merecen, ya que no hacen todo lo que deben, ni todo lo que pueden, no lo hacen y ellos lo saben.

El colmo se lo lleva Estados Unidos (con el derecho a veto), quien se salta a la torera las leyes de la ONU y se desmarca de la ley antibelicista para intervenir a sus anchas allá donde quiere, para establecer sus bases por medio mundo para conquistar a base de chantajes. Es un ejemplo claro de tiburón económico, despiadado y voraz. Pero no se puede olvidar a Rusia, a Israel, a la propia Europa, a todos los países desarrollados que compiten por sus intereses económicos y/o expansionistas, ya sea por crudo, por importaciones o lo que sea. No se salva nadie y la organización que debe velar por la paz no hace nada y deja que el país más belicista campe a sus anchas: EEUU. Auspiciados por la ley del “ojo por ojo” y con cara de verdad, pero razones de mentiras, este país norteamericano ha creado su propias normas, sus propias leyes para “defenderse” de un terrorismo que es más lacra, pero no un motivo para una expansión y un colonialismo encubierto ¡Y PERMITDO!

Paremos un momento a pensar. ¿Qué pasaría si Irán (en el ojo de mira por culpa de EEUU), o cualquiera de los llamados “países del eje del mal” hicieran algo parecido, ni tan siquiera igual, sino parecido a lo que hace EEUU por todo el mundo? Imaginemos que en vez de ser Rusia, Reino Unido o EEUU, se trata de Bolivia, de Burkina Faso o Pakistán. Pues se montaría el lío, porque los ricos no pueden permitir la rebelión de los pobres, no pueden… mejor dicho, NO QUIEREN. Las grandes potencias quieren explotar a los países subdesarrollados en su propio territorio para hacerse ellos más ricos, pero el país fecundador de esos recursos se quedar en la estacada (véase cualquiera de los países del África ecuatorial). No es justo, pero no descubro nada si hablo de la injusticia de este mundo, pero sí lo hago al denunciar la escasa alma, los escasos valores morales y éticos de la mayor parte de la política internacional, y, por ende, de la propia ONU. Los más viejos del lugar seguro que podrían recordar cómo EEUU apoyó en los años 80 a Irak y Sadam Husseín en su conflicto con Irán, armándolos y entregándole fuerzas para la lucha. Una década más tarde pocos se acordaban de que ese que ahora es “eje del mal”, antes luchaba por una “causa justa” a juicio de EEUU. Y no hay que olvidar el crimen diario de Israel y todos miran a un lado.

No es un problema exclusivo de EEUU, es un problema de fondo, de obsolescencia, es un problema de principios, de mandamientos, es un problema de todo y nada, de palabras y sólo palabras, sin hechos consumados o con hechos vacíos y cuestionables. Yo no creo en la ONU, no creo en EEUU, ni en Israel, ni en Rusia. No creo en la política en general y en casi ninguna en particular, sobre todo a cualquiera que lleva a la confrontación armada o cualquiera que sea. No creo en palabras huecas, en explotadores, en rencores. Yo creo en la paz y en los esfuerzos verdaderos, creo en un solo territorio, nuestro Mundo. Creo en el respeto por la vivienda digna de cada pueblo, de cada cultura sin juzgarlo por lejano que sea. No creo en la ocupación de los territorios por falsas acusaciones. La política internacional, nacional, local y a cualquier escala me repugna, me da pena, tristeza y coraje. Por eso estas palabras van dedicadas a todos los que aún creen a pies juntillas en bipartidismos ya obsoletos (PP y PSOE), los que creen en los nacionalismos (CC, PNV, BNG, CiU), los que creen que la única forma de defender a tu país es con un arma en la mano, a los que creen que es mejor lavar los trapos ajenos en vez de los propios. Dedicado a los ciegos que no ven más allá del bien llamado “poderoso señor es Don dinero”. Ese es el problema, que se viva para y por el dinero, cosa que no está mal, pero la cuestión a criticar es cuándo debes conformarte y cuando quieres abarcar incluso más de lo necesario para ver una balanza evidentemente descompensada, sin querer compartir con tu prójimo. La ONU es una farsa, y los países miembros una pandilla de farsantes incapaces de ser capaces de hacer nada por la paz. Lo más flagrante y denunciable es que ensucian y mancillan una palabra tan bella como paz con un fusil en la mano de uno y sangre en la de todos.

Autor: William Hernández,
estudiante de Geografía de la Universidad de la Laguna


Fuente: http://geoburan.blogspot.com
Fotografía:
Aarón Moreno Borges

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