sábado, 16 de abril de 2011

ANUNCIO DE LA PERSONA


A pesar de todo lo que he visto

juro delante del sol,

debajo mismo de la puerta del Este,

que todavía me cabe el hombre en el ojo.


Y mira que tengo babeando la venganza,

que se me pasea en lo más mío

un perfume de geranios violentos

y que se me llevan por delante

un presentimiento

un cuento triste

y hasta un relámpago.


Pero sin embargo ahí está ese hombre,

viniendo, llegando,

cada vez más cerca.


El viento le viene abriendo paso,

es una boca celosa

que va besando el hambre.

Un malpaís florido le cubre las espaldas

y lo abriga.

Le dan de comer un montón de colmenas

y lo alimentan.

Con él la vida es algo que siempre viene

y que nunca se marcha.


Por donde pasa deja revoloteando

la canción de los pájaros

y se ponen a bailar las criaturas

de las flores y los barrancos.

No hay dedo que lo señale

sin retorcerse,

no hay lengua que lo malnombre

sin que caiga al suelo

y se desaparezca para siempre.


Dos estrellas de fuego

le llenan la mirada

y la frente se la corona

un lucero que se salió del espacio.

Es nítido y gigante como los niños,

trae las mismas preguntas

que la luz y el primer aliento.

Le salen soles por las ganas

y una luna le alumbra el mundo en calma

que se le pone en los labios cuando habla.


Yo lo miro y me quedo mudo,

se me pierden las palabras

por dentro de la garganta.

Sé que quiero las manos de este hombre

para hacer la historia.

Quiero sus manos para escribirla,

para hacer dos antorchas

que alumbren el día y la noche de la tierra,

para hacer un paisaje

donde quepa todo lo bueno

y donde tengan derecho a salir corriendo

todos los hijos de todas las madres

de todos los imposibles que caben en un sueño.


Y sé que esto que digo es un sueño

que recorre los pasillos de otro sueño.

Que sube para arriba

como el humo limpio

de las hogueras de los días de fiesta.

Por la punta misma

de ese humo que sube y sube

soy yo el que está subiendo

y tiro piedras chicas

a todas las ventanas de la fantasía,

mis muertos las abren

y cuando pregunten quién va

es Paz

lo que el futuro contesta.


Autor: Francisco Croissier, de la obra inédita: EL MIEDO QUE NOS HICIERON, poemario canario, 1997.

Fotografía: Aarón Moreno Borges

2 comentarios:

LadySuchard dijo...

Fantástico poema de Croissier uno de los grandes de nuestra tierra, solo tengo elogios para este fragmento.
Un abrazo.

Aarón dijo...

Si, es un poeta canario, bastante olvidado por estos lares, por fortuna su calidad y sensatez no desmerecen. Reconozco que de casualidad lo descubrí. En esta tierra hay buena materia prima, sin aspavientos patrióticos ni soflamas incendiarias de matiz nacionalista. Eso si, para hallarlos hay que escabar un poquito. Me alegra que te haya acariciado este poema. Es un compendio de tantas y tantas cosas...

Un abrazo compañera.