domingo, 21 de marzo de 2010

ZULEIMA, ARENA Y SAL







La responsabilidad es la mentalidad de querer hacer las cosas lo mejor, no solamente bien.



Anónimo
Allí, en la casa de adobe, al anochecer la luna llena se fundía con el ocre de la arena del desierto. Dejé que sus lágrimas cayeran sobre mis hombros. Nunca pude imaginarme tanto dolor reprimido en una persona, cada palabra entonada en sus labios amoratados de miedo. Parecía una cadena incesante de hemoptisis congelada en coágulos de temblor y locura.

Me lo contó todo. Su falsa identidad, su verdadera nacionalidad, la española. Pero no quizo confesarme su verdadero nombre, pues para él, de ese hombre benévolo ya sólo quedaban cenizas de las que quería renacer como un ave fénix.

Me imploró que le entendiera su sufrimiento interno, quería abandonar pronto a los salafistas, o ellos acabarían con él. Ahora tenía en sus manos una difícil misión que liderar en Argelia, pero más tarde o más temprano abandonaría el grupo, buscaría el momento exacto, y si ya era demasiado tarde, si ya tuviera demasiados muertos a sus espaldas se entregaría sin contemplaciones a la policía.

Yo, Zuleima Arkabi, también sufría, pero intentaba disimular al máximo. No quería preocuparle más. Me entregó el cinturón de oro que toda novia debe recibir, con amor puro y sincero. Lo recibí, pero en el fondo de mí algo me decía que aquella sería nuestra primera y última noche juntos.
Me habló de una documentación falsa, que me daba una nueva identidad, un nuevo nombre; Samira Abderraman, mujer casada y con hijos, que llegaría a Casablanca para intentar viajar hacia España como temporera en la recogida de la fresa. Me prometió intentar por todos los medios volverme a ver en España, al fin y al cabo él era español, y aún con pena de cárcel, podríamos casarnos y yo empezar una nueva vida para no recibir el castigo de mi familia por haberme fugado con un infiel.

Yo no sabía que decir, eran tantas cosas, estaba tan saturada. De mis labios salió una nana que Zoraide me cantaba de pequeña, le volví a abrazar en mi regazo. Mientras le susurraba: "pase lo que pase te amaré siempre, te amo desde la eternidad. En mi corazón solo viviré mi amor por ti, ni leyes ni mundos, solo tú, habibi"..........................................................

CONTINUARÁ................................
Autores: Nayra del Rosario Hernández Benítez
Aarón Moreno Borges.

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