martes, 3 de noviembre de 2009

DÍAS DE ESPERA PARA LOS 150 AFGANOS ACAMPADOS DETRÁS DE LA ESTACIÓN OSTIENSE DE ROMA


¿Seremos realmente capaces de proteger a 25 millones de afganos cuando en el corazón de Roma no somos capaces de proteger a 150 afganos de las ratas?


Nicola Sessa
Peacereporter

Traducido para Rebelión por Juan Alba Martínez

Tenemos un problema. ¿Cuánta credibilidad tiene el estado italiano? Tras ocho años de guerra en Afganistán hemos gastado mas de 2.500.000.000 euros (más o menos dos presupuestos) y enviado en sucesivos contingentes al menos 10.000 soldados, de los cuales 3.000 siguen actualmente allí y solo 22 de ellos han vuelto a Italia en ataúdes envueltos en la bandera tricolor.
Todo esto porque entre los principales objetivos de la misión está el garantizar la seguridad y una vida tranquila a millones de afganos. Pero, ¿seremos realmente capaces de proteger a 25 millones de afganos de los feroces talibanes, de las balas de los Ak-47 y de los LED cuando en el corazón de Roma, en la estación Ortiense, no somos capaces de proteger a 150 afganos de las ratas, las pulgas y la lluvia y, sobre todo, de preservar su dignidad? El lunes tendrán que vivir el enésimo desalojo.


Los afganos de Capitan Bavastro. Son mayoritariamente jóvenes, casi adolescentes. Son de etnia pashtun, hazara, tayika. Han viajado mucho huyendo de la guerra. Casi todos llegaron a través de Grecia y muchos de ellos han dejado sus huellas dactilares a la policía griega. Muchos tienen marcas de palizas dejadas en sus cuerpos por la policía de ese país. Son demandantes de asilo político o de permisos de residencia por motivos humanitarios y como tales tienen, deberían tener los mismos derechos de asistencia social que un italiano. Quieren integrarse y trabajar. Quieren que los italianos beban un té con ellos. Maria Rita y Francesca les enseñan italiano durante los fines de semana. A cambio los afganos les enseñan a hacer cometas y pan en el pequeño horno que se han construido.

Los tiempos en los cuales Sandro Pertini abrazaba al pequeño Mustafà liberado de la guerra en Líbano están muy lejos. Hoy, en Roma, Italia, la cuestión del decoro urbano tiene más dignidad que el deber de la hospitalidad y acogida.

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