viernes, 18 de septiembre de 2009

ZULEIMA, ARENA Y SAL




Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza.
Epícteto. Filósofo griego.

Zuleima se mantenía alerta durante la noche, era imposible conciliar el sueño tras la carta recibida desde Fez donde se le comunicaba la repentina muerte de Sidi Ali. Sentía un vacío inmenso en su interior, lleno de una soledad trémula, haciéndole engarrotar los músculos del cuerpo para autoprotegerse del sufrimiento. De sus ojos, llenos de lágrimas derramadas, se destilaba una profunda tristeza. El dolor corría por sus venas con el ímpetu del auge de una cascada. Y otra vez en su boca el sabor agridulce de los dátiles embadurnados en leche ácida. Caminó, a paso de procesión, hacia la playa, donde se sentó mirando hacia el mar, sobre la arena dorada, remanso de su cuerpo dolorido. Cerrando los ojos pensó en Fez y se visualizó de pequeña correteando por los patios de la casa de Sidi, quien afablemente la había recogido tras quedarse huérfana.

Se concentró tanto que pudo sentir las manos ásperas y callosas del tío acariciando sus trenzas de niña, enseñándole el sagrado Corán junto a sus primos. Y asi fue como se desdibujó una sonrisa tímida de sus labios salados de lágrimas. Pensando con corazón y mente en volver a Marruecos, pero en volver haciendo un viaje para encontrarse asimisma, encontrar la paz para luego honrar a Sidi, por lo que tomó la decisión de viajar en la Bella Isadora, ahora suya por expreso deseo de su amigo fallecido Juan. Si, eso haría, viajaría desde Lanzarote a Agadir, y luego desde allí hasta. Fez. Pero antes de embarcar debería hablar con Hanah, pues ya que ella ahora volvía a su casa, quería que se ocupara del Centro de Inmigrantes y de las diferentes voluntades que había dispuesto Juan en su testamento.........

CONTINUARÁ........................
Autores: Nayra del Rosario Hernández Benitez
Aarón Moreno Borges.

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