viernes, 11 de septiembre de 2009

ZULEIMA, ARENA Y SAL.






Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.
- Nicolas Maquiavelo (filósofo y escritor italiano)
Hanah descansaba de su dolor fibromiálgico y del dolor de su alma en la habitación de la pensión, cubierto su cuerpo con capas de manta que la hacían sentir protegida. A sus pies su último cuadro en el que expresaba su impotencia, su alma lastimada y herida por el veredicto del juicio sobre el accidente de Bergman. Las palabras del juez se repetían una y otra vez en su mente. En su veredicto se afirmaba que la muerte de Bergman fue un accidente y no un homicidio. Se cerraba asi el caso, ya que no se había podido comprobar la implicación de un prestigioso político y empresario afincado en la isla en dicho accidente y que el principal testimonio expresado por su esposa, Luna del Valle, había sido invalidado por presentar numerosas contraindicaciones y presentar la misma un trastorno bipolar confirmado por diversos especialistas.

Pero Hanah sentía que era injusto, que aquella mujer no decía la verdad por miedo a su marido, que estaba amenazada, que no era ella misma. La prestigiosa imagen de su marido en la alta sociedad de la isla, las grandes fortunas, el dinero, el dinero manchado de sangre y dolor convertidos en maltratos y amenazas habían hecho que ella mintiera para poder salvar su vida y con ella quizás a su hijo adolescente, quien se mostró frío y distante con su madre durante todo el juicio. La vida le había proporcionado a Luna una jaula de oro de la que se veía incapaz de escapar.

Hanah no sentía rencor hacia ella ni hacia su marido. Sabía que Alá miraría sus actos el día del juicio. Sólo pudo sentir pena por aquella mujer de ojos azules inundados de soledad, huérfanos de cariño, huérfanos de sinceridad, y pena por todos aquellos que aceptaran el soborno, el dinero fácil sin importarles tener un crimen a sus espaldas.

Por eso llevó el lienzo de diferentes óleos y acrílicos en homenaje a Bergman, en homenaje a ella seguiría luchando por un mundo más justo, por la igualdad de trato para todas las personas, para una sociedad sin clases sociales, sin maltrato. Mezcló en el lienzo golpes de espátula de negro intenso con azul prusia y rojo sangre, ensambló alambres dorados alrededor de pinceladas blancas nacaradas de luz, alambres espirales, alambres buscando libertad. La libertad perdida por Natasha, incluso por todas las Lunas del mundo, por las mujeres que venden su alma, su luz por una jaula de oro, encontrando en los barrotes el sabor amargo de la soledad, como coágulos rojos de sangre en la boca, y allá en el cielo la llave de esa jaula perdida entre las nubes y el vuelo de una gaviota que por plumas lleva frescos pétalos de rosa blanca, que vuelan al son del viento del destino, al son de la vida........................

CONTINUARÁ.................
Autores: Nayra del Rosario Hernández Benitez
Aarón Moreno Borges.
Amor perdido, Ángel obsoleto
En Jaula de Oro (2006) Acrílico Sobre Tela. Elizabeth Saenz.

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