viernes, 10 de abril de 2009

"ZULEIMA, ARENA Y SAL"







El dulce sabor de la infancia, de los cantos de folías de madre, el azúcar envuelta en papel marrón de la venta de Manolo "El Navegante", los juguetes hechos con latas de sardinas, el corretear descalzo por las Canteras y Mesa y López. Los pantalones cortos a la rodilla, los zapatos estrenados por la fiesta de San Juan, los golpes de regla del maestro en los nudillos, dulces y agrios recuerdos de la niñez de la postguerra en el barrio de la Isleta. Y luego el sabor amargo de la adultez que llega sin avisar, en plena adolescaencia, cuando madre muere, por no tener tiempo "Foria"(*) de llegar con la cotizada penicilina de aquellos días. El amor al mar como remanso de paz y ungüento al profundo dolor que deja en el alma la partida de una madre y un hermano aún no nacido en sus entrañas.

Los días del cambullón con padre apodado "El Chicharrero", por tener familia en la vecina isla de Tenerife. De intercambiar telas bordadas, pájaros canarios, cigarros palmeros y todo tipo de mercancía requerida por los barcos extranjeros. De vigilar en los alrededores del Refugio y el Muelle Grande, por si se veía algún guardia civil que sin ningún miramiento se llevaban a uno, por el solo pecado de querer ganar algo de dinero para tener pan que llevarse a la boca y ayudar a criar los siete hermanos pequeños que madre dejó huérfanos con su partida. Y luego, sin darse cuenta, los mejores amigos de uno se marchan en un viaje clandestino hacia América, mientras el corazón es joven y se enamora de Isadora, la bella Isadora, siempre en el alma y en el jugo de mi ser y mis entrañas.

Sumido en el feliz sueño dormido de sus recuerdos, mientras la nitroglicerina circulaba por sus venas, el estado de su corazón mejoraba, estaba grave, pero tenía la suerte de que el infarto le había dado una tregua para sobrevivir, para seguir englosando días a sus tantos años, disfrutando del mar y de la naturaleza como siempre lo había hecho.

Zuleima lo observaba desde el cristal. De pronto un sentimiento de melancolía y añoranza se mezcló en su mente. Se acordó de su tío Sidi Alí y las lágrimas surcaron su rostro. El desasosiego se apoderó de su corazón y el arrepentimiento por haber cometido tanto "haram"(*). El huir de Fez para que Sidi Alí no se enterara de la deshonra que había vertido sobre ella y su familia al entregarse a Said sin estar casada. Sintiendo por primera vez en su piel, en su cuerpo, la fuerza del amor verdadero. Se sabía condenada al fuego eterno, pagaría un precio muy alto por su "haram", pero ya nadie podría borrar de su corazón a Said y su amor por él.

El dolor le hizo reflexionar y pensó que quizás se había occidentalizado demasiado, al cruzar la frontera hacia España. Habiéndose casado con un infiel al que no amaba, solamente con el fin de permanecer más tiempo en el país de forma regular, pasando duras pruebas por parte de las autoridades para dar su matrimonio por válido. Luego viviendo sola al quedarse viuda, recibiendo visitas masculinas en la tetería sin presencia de ningún varón de su familia. Cuanto "haram" cometido, que hacía empequeñecerse su corazón. Más se podía hacer por salir adelante y ganarse la vida sola, sin protección familiar.

Al salir del hospital, fue a pasear por las Salinas. Sus pies descalzos sintieron el tacto frío de la sal. Y al atardecer, cuando el rojo empezó a colorear el cielo y sus rezos se dirigieron a la Meca, decidió, en lo más profundo de su corazón, que ya estaba preparada para llevar el hijab.....

*Foria fue el primer cambullonero que comerció con la penicilina.
*Haram es una palabra árabe que significa prohibido o sagrado.

CONTINUARÁ.......
Autores: Nayra del Rosario Hernández Benitez.
Aarón Moreno Borges.



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