sábado, 13 de septiembre de 2008

EL DIA "D" DE LA GENTE COMÚN


Hoy, un día cualquiera, marcado por lo de siempre e impregnado de los aromas del sudor del anonimato, quiero rendir un homenaje a la gente anónima y común, a todas esas personas que no son “mediáticas”, pero que siempre están en el medio; sí, en el medio de la humanidad, al pie del cañón jugándose el corazón, con una sonrisa en los labios, y con hombros como armarios, dispuestos siempre a enjugar lágrimas ajenas y a aliviar penas y hambres de las índoles que fueren. A trabajar por la justicia, desde la justicia y desde la bondad, sin premios ni reconocimientos y sin creencias en futuras recompensas de paraísos post mortem o miedos a cástigos de fuegos para toda la eternidad. Gentes que deambulan en silencio y sin algarabía, convencidas de que la confianza, el trabajo, el esfuerzo y la disciplina en el cultivo de la libertad, de la justicia y del amor otorga sentido a la vida y a los vivos. Gente que, para nuestra ventura, son mayoría, aunque las tinieblas que nos rodean quieran a toda costa que creamos lo contrario.

Hoy, un día cómo otro, enarbolo la bandera por todos esos seres humanos que se entregan solidarios a la tarea cotidiana del amor sin búsqueda de recompensa alguna, más allá de la satisfacción de aligerar situaciones imposibles. Por todas esas personas que en lugares de infierno, depositan pedacitos de cielo para sus semejantes y que no reciben premio alguno. Por todas esas manos silentes y anónimas que construyen día a día un mundo mejor y que son legión para vergüenza de malvados e indiferentes.

Hoy, un día del montón, rindo un homenaje a todas esas gentes del montón que no sabrían definir lo que son conceptos tales cómo sacrificio, renuncia, solidaridad, justicia, amistad, esfuerzo y otros similares, pero que han convertido sus vidas en definiciones animadas y activas de cada uno de esos conceptos. A todo ese montón de humanos, que afortunadamente y para vergüenza de muchos, son un testimonio de que vale la pena vivir en este mundo y amarlo; de que si bien el mal existe, el bien también y no sólo gana, sino que la humanidad tiene solución, por más que todo nos haga creer lo contrario.

Hoy, establezco el “día de” para esa ingente masa de desconocidos que son la verdadera sal de la tierra y que van dejando a cada paso, estelas de aliento, de paz, de generosidad y de bondad a cambio de un poquito de bien estar para los más desfavorecidos. Verdaderos soldados del amor y de la entrega que jamás serán nombrados con titulares, sin cuya acción este planeta sería un verdadero erial de destrucción irreversible y un agujero negro sin remedio, del que sólo podrían salir partículas del diablo.
Hoy, en nombre de la justicia y de la libertad, y desde lo más hondo de mí, elevo un clamor de admiración, de reconocimiento y de agradecida alegría para todos ellos. Ellos que no sólo son buenos, sino que también son justos y solidarios. Ellos que se cruzan con nosotros a diario sin alardes ni demostraciones y cuyos comportamientos son un ejercicio cotidiano y sin reposo de verdadera humanidad.
AMÉN.
Carmen Moreno Martín

Alias Hannah

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