Tartu es la puerta al sur de Estonia y, para muchos, la capital espiritual del país. Si Estonia es uno de los países con menos densidad por kilómetro cuadrado, Tartu es un ejemplo de ciudad universitaria donde los pocos que se pasean por las calles son jóvenes. Tiene un bonito centro que, aunque no puede igualarse a la maravilla de Tallinn, ofrece un escenario más tranquilo y un buen repertorio de zonas verdes donde relajarse.
La universidad, fundada en 1632 durante el dominio sueco para formar clérigos protestantes y funcionarios gubernamentales, se desarrollo hasta convertirse en uno de los centros de aprendizaje más importantes del siglo XIX.
El edificio principal de la Universidad, que data de 1803, alberga el Museo de Arte de la Universidad de Tartu y una cárcel de estudiantes donde encerraban a los universitarios del s. XIX por sus fechorías. Más al norte, la iglesia gótica de ladrillos Jaani Kirik (iglesia de San Juan), fundada en 1330, ha sido objeto de importantes reformas tras el bombardeo soviético de 1944. Cuenta con unas esculturas de terracota, muy poco frecuentes, alrededor del portal principal.
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