martes, 29 de enero de 2008

OTRA FASCINANTE HISTORIA DE ARBOLES


El hombre que plantaba árboles

Cada día nuestro planeta pierde, sólo por la tala directa, unos dos millones de árboles. Esto viene a significar que cada año desaparece el equivalente a un árbol por cada habitante del planeta.
Hoy os dejo otra fascinante historia de árboles que invita a reflexionar sobre nuestra relación con el medio ambiente, es la historia de un “Forestman”. Su autor es el novelista francés Jean Giono y el título de la historia “El hombre que plantaba árboles”.
Un relato lleno de sensibilidad que es un canto al desinterés y a la generosidad y que exalta el enorme valor que hay en un acto tan sencillo como es plantar un árbol. Nos habla de la generosidad del hombre con su medio, de la sabiduría que encierra la espera, y la humildad... todos ellos valores que deberíamos rescatar en nuestro quehacer diario.
Esta sencilla historia, escrita a mediados del pasado siglo, fue encargada a Jean Giono por una editorial norteamericana que le pidió que escribiese un relato breve acerca de un personaje real que fuese inolvidable.
Giono escribió entonces “El hombre que plantaba árboles”, la historia de Elzéard Bouffier.
El hombre que plantaba árboles” narra la historia de un pastor que, con su sola voluntad y esfuerzo, convierte una tierra desierta, abandonada, infértil, en un maravilloso vergel. Pero la moraleja sobre la capacidad humana para, con tesón, alcanzar cualquier objetivo que se plantee, no me conmueve tanto como la historia en sí.
El narrador nos cuenta como en 1913, en una excursión por la Provenza atravesó una zona árida en la que nada crecía y en la que era imposible encontrar agua. Pueblos abandonados mostraban que en la zona una vez vivieron hombres, pero de ellos ya sólo quedaban las ruinas de sus casas. En medio de esa desolación, el narrador encuentra un pastor con el que pasa un par de días mientras le explica su principal ocupación: plantar árboles.
Los árboles renuevan el aire, el agua y el suelo de las zonas donde viven y son tesoros de biodiversidad en sí mismos. Un suelo sin árboles es el principio de un desierto. Pero todos, en mayor o menos medida, podemos emular a Elzéard Bouffier y contribuir a frenar la desertización. Seamos generosos.
El siguiente cortometraje de animación del canadiense Frèdéric Back, se realizó a partir del cuento de Jean Giono y recibió el Premio Oscar al mejor cortometraje animado en 1987.


forestman

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