domingo, 6 de noviembre de 2011

LLOVIZNANDO LUMBRE



..."Siempre me he preguntado si mi vida habría sido distinta de no haber sido mi madre una mujer deprimida. Supongo que sí. Tal vez las neuronas se hubieran formado de otra manera dentro de su vientre, y sus conexiones serían diferentes, y las hormonas y las proteínas hubieran fluido a otro ritmo. Tal vez, si la hubiera visto de pequeña reír y cantar, el mundo no me parecería este lugar lleno de cosas temibles. Acaso habría sido una mujer valiente y decidida. Una aventurera, por ejemplo, una de esas mujeres que escalan el Everest, asfixiándose por la falta de oxígeno, corriendo siempre el peligro de colocar mal un pie o retorcerse ligeramente el dedo de una mano y caer por el precipicio, jugándose la vida en cada paso, alguien capaz de superar todos los riesgos y llegar a la cumbre, al lugar más alto de la tierra, y divisar el mundo diminuto y vencido bajo ella. Habría atravesado los desiertos, respirando arena y ardor, observando en las noches las estrellas junto a una fogata y sintiéndome diminutamente prescindible y tranquila en medio de esa inmensidad. Había cruzado las selvas, debatiéndome contra la feracidad de la tierra y disfrutando de los colores y los sonidos, la luz mecida por las hojas inmensas, el canto de los pájaros desconocidos, el potente aullido del mono araña. Habría caminado sobre los polos, oyendo el ulular de los vientos y el crujir de los hielos, impasible y segura de mí misma en medio de esa nada atroz y desbordante. Habría visto ruinas perdidas de civilizaciones sin nombre, y animales desconocidos, y ríos de violencia inaudita, y ciudades permanecidas en el pasado, polvorientas y mudas. Habría amado a muchos hombres como si cada uno de ellos fuera el único. Habría hecho muchos trabajos, y conocido muchas lenguas, y aprendido la sabiduría misteriosa de las partículas y la energía, el extraordinario caminar de los astros en el universo.


He vivido en cambio encerrada, ensimismada en mis miedos, casi muda y sorda, haciendo todo lo posible para no tener que enfrentarme a la ansiedad de los cambios, a la angustia del riesgo. Rígida y pálida igual que una estatua. Como si mi sangre fuera sólida. Sucios pedazos de piedra que impiden cualquier movimiento.


Por eso admiro a Sâo. Porque ella ha sido capaz de vivir a todo lo que yo he sofocado, apagado, mantenido cubierto bajo capas de tierra. Sí, de todas las personas que conozco en el mundo, Sâo es a la que más admiro"...


Autora: Ángeles Caso, escritora, extracto de la novela "CONTRA EL VIENTO", Premio Planeta 2009.

Fotografía: Aarón Moreno Borges

2 comentarios:

Raul Rentero dijo...

Creo en la física como inductora de nuestra manera de ser, pero más creo en nuestro libre albedrío para superar adversidades
la libertad radica en saber donde están nuestras ataduras
un saludo!
Raúl

Aarón dijo...

Gracias por tu comentario Raúl. De acuerdo contigo, si te encuentras a ti mismo, será más llevadero tu caminar, y sobre todo entender a los demás.
Un saludo cordial.
Se agradece y valora tu opinión compañero.
Aarón.