sábado, 22 de octubre de 2011

UN RELATO EN EL DÍA DEL CÁNCER DE MAMA




Mi mujer acababa de ser diagnosticada de cáncer de mama. El médico, un joven que, por edad, podría ser nuestro nieto, añadió rápidamente que "con buenas perspectivas". Ello significaba, nos aclaró, que lo han descubierto a tiempo, que pronto la llamarían desde el hospital para ser operada y que del posterior tratamiento ya hablaríamos, añadiendo ante mis insistentes preguntas, que en medicina "se va paso a paso".


Hemos salido de la consulta en silencio. Creo que me despedí de la enfermera pero no lo recuerdo bien. Solamente me acuerdo de unos incontrolados deseos de que, en ese momento, comenzase a llover para echar a correr por la calle mojada. Anhelo imposible ante un sol tan veraniego pero que entonces se me antojaba como la única forma de hacer desaparecer de mí el inmenso velo de incertidumbre y perplejidad que representaba la noticia.


Dudé un momento pero le pregunté a mi mujer si quería tomar algo. "No", dijo tranquila. "Solamente quiero irme a casa".


No me atreví a volver a la oficina. Ella ha entrado, directamente, en la cocina y le oí murmurar que "menos mal que dejé pescado descongelándose, porque mira que tardamos en entrar a la consulta, que para qué darán hora de cita si no la cumplen". Hemos comido en silencio pero con apetito. Solamente al café, y mientras hojeaba un folleto con los programas de apoyo de la Asociación Española Contra el Cáncer, me ha mirado y me ha preguntado si creo que el médico ha sido sincero al restarle importancia a "su lesión".


Le he contestado lo que, de verdad, deseo: que todo va a irle muy bien, que esta enfermedad es habitual, que todos pasaremos por ella y que, el de mama es donde más se ha avanzado y donde, gracias a las campañas de prevención, más temprano se manifiesta, lo cual es positivo. Y que, pase lo que pase, yo estaré a su lado apoyándola y ahora, con más facilidad, que tengo la jubilación casi a la puerta de mi despacho y que mi tiempo será sólo suyo. Lo he recitado de corrido, con media sonrisa en los labios y creo que ella me ha escuchado sin demasiado interés, como si se tratase de un asunto que concierne a otra persona y, al finalizar, se ha levantado de su silla dando un respingo y se ha puesto a recoger la mesa.


La tarde ha transcurrido tranquila. Yo con mi siesta y leyendo, aunque de vez en cuando le echaba una mirada entre fugaz y disimulada y ella preparando las tarjetas y los paquetes para el cumpleaños de nuestro nieto, que es el sábado.


Pero ahora, ya pasada la medianoche, me he sentado en la cama y la he mirado mientras dormía tan profundamente que emitía un ligero ronquido mientras que yo luchaba entre un miedo hasta hoy desconocido y un angustioso llanto. He sentido deseos de acariciar sus senos pero no lo he hecho porque temía despertarla. Me he levantado y sentado en la sala, a oscuras, pensando en cómo será nuestro futuro y si soy, en parte, culpable de esta dolencia por haberla tenido siempre tan abandonada por mi trabajo. Hemos conseguido mucho pero me pregunto si habrá valido la pena el no haber gozado de su compañía más tiempo. Trato de imaginar cómo será hacer el amor cuando pierda su pelo por la quimio. Y ha sido entonces cuando he comprendido que lo único bueno que, de verdad, he tenido es a esta mujer que me ha servido de red en cualquier cabriola de mi vida, que crió a nuestros hijos sin yo apenas notarlo, que me ha esperado en mis tardanzas y ha perdonado mis olvidos y, entonces, he vuelto a la cama y la he despertado y le he prometido mientras la abrazaba, que me comportaré con ella, en esta aventura, con la valentía con la que lo haría una mujer en la misma situación. Ella ha sonreído y me ha instado, con dulzura, a dormirme porque "mañana hay que ir a trabajar"...


Autora: Mary Cejudo, Voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC)

Fotografía: Aarón Moreno Borges

3 comentarios:

Maeva dijo...

Que bonito Aarón, y que real, por desgracia es algo por lo que muchas personas pasan, y con este cáncer en concreto, aunque tenga buenas expectativas, y casi se cure por completo, no deja de dar pánico cuando lo diagnostican. Enhorabuena a su autora.

Ana Bohemia dijo...

Muy bonito, muy sensible, muy real como ya ha dicho Maeva. Un cáncer que esta a la orden del día, y por suerte uno de los cancer con mas posibilidad de cura. En mi familia ha habido algún caso, y por suerte se ha superado. Lo mas importante es la revisión.
Felicidades a Mary por su relato y a ti la fotografia.
Saludos
:)

Aarón dijo...

Gracias Maeva y Ana. Ya saben, este blog es plural y cuanto más participativo sea más se aprenderá, más aprenderemos.

Por fortuna, esta enfermedad, ya es superable en mujeres y hombres con controles rutinarios y detección precoz. Es raro que no conozcamos a alguien en nuestro entorno que no haya pasado por este contratiempo. Ana, me alegra que se hable de esta vicisitud en pasado y para bien. Esta voluntaria de la AECC escribe un relato tan real y es tan atrayente que no dudé en publicarlo.

Un cordial saludo compañeras. Que vaya todo bien Maeva, lo propio Ana. Gracias por participar.