sábado, 30 de abril de 2011

MIGUEL PÉREZ




Recorría las calles solitarias, el aire era húmedo y el frío tan intenso que le congelaba la sangre. No podía dejar de observar los viejos edificios que lo rodeaban, siempre le habían hecho sentir un enorme escalofrío en cada centrímetro de su cuerpo, la misma sensación de soledad y amargura de cada mañana se repetía día a día en la vida de Miguel Pérez.



Las caras de asco y repugnancia de todos aquellos que lo veían rebuscando en los contenedores de basura o cuando se lo encontraban cada mañana en el portal de su casa. Todo se repetía. Era como un mal sueño del que jamás lograba despertar. Parecía que todo lo anterior era producto de la imaginación. De verdad que llegó a pensar que nunca había sido un hombre respetado por todos, que jamás había tenido una preciosa mujer llamada Clara. Por momentos se decía asimismo que estaba loco, que ésta era su única realidad.



Hasta que volvía a ver el rostro de Clara en su cabeza, y los besos y las risas...En ese momento sabía que no era una quimera, pero también volvía a recordar cómo la muerte de ella, de su Clara, lo había convertido en otro hombre. La muerte era la culpable de su desdicha, ella le había arrebatado todo.



Por su culpa había dejado de ser un hombre para no ser nada. Un ser invisible al que nadie miraba a los ojos y los pocos que lo hacían, con lástima: el peor sentimiento que puede sentir un ser humano por otro.



Cada día era igual, pensaba y sentía todo esto, pero hoy fue diferente, porque durmió en el frío tanatorio de un hospital.





Autor: Soraya González Torres, relato publicado en la revista universitaria "Puzzle de sombras, nº1, año 2009.


Ilustración: Beatriz García González


Fotografía: Aarón Moreno Borges

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