domingo, 20 de junio de 2010

ZULEIMA, ARENA Y SAL





Tras pasar los días y las semanas Zoraide, sin noticias de Zuleima, comenzaba a angustiarse de manera insólita. Ella era una mujer caracterizada por su serenidad y paciencia. Estaba llena de ansiedad y desasosiego, que compartía con los otros sirvientes de la casa de Sidi Ali, ya que la viuda de Sidi rara vez mostraba receptividad cuando menguaba su halo de egocentrismo.

Decidió contratar un detective para encontrarla. Éste se dejó dirigir por sus señas y presentimientos, debido a que indagó que Zuleima se había dirigido al desierto de Erg Chabbi, uno de sus lugares favoritos desde niña. Y así fue como él le trajo noticias algo vagas sobre su pista, que se perdía en un hotel de Merzouga, cerca del desierto antes mencionado. La habían visto por última vez hacía ya más de dos semanas antes de desaparecer durante la noche. El mismo día de su desaparición había cancelado todas sus cuentas pendientes sin dar explicaciones. Los dueños del hotel le dijeron que se caracterizaba por ser una mujer silenciosa, poco sociable, con gran tristeza en la mirada y un aura de misterio, y que les había llamado mucho la atención un collar de jade, en forma de corazón, que llevaba siempre consigo y que muchas veces cambiaba inexplicablemente de color.

Zoraide, al oír estas palabras, sintió brotar semillas de esperanza en su interior. Pero al analizar fríamente todo el tiempo que llevaba desaparecida, la recompensa ofrecida y los rastreos por el desierto sin fructificar se mentalizó y se preparó para esperar lo peor; la muerte o la desaparición de su cuerpo en el desierto, a merced de cualquier tormenta de arena.

Y así fue como pasaron seis meses angustiosos, hasta que un día el detective le dijo que era inútil seguir buscando. Éste había empleado todos los recursos disponibles, dada la cuantiosa suma de dinero que Zoraide le había facilitado. Incluso habían participado hombres curtidos del desierto, como los tuareg, rastreando palmo a palmo las dunas de Erg Chabbi y las cercanías, sin encontrar ni el mínimo rastro de su cuerpo. Sólo lograron encontraron el collar de jade en forma de corazón que habían visto llevar a Zuleima en su cuello. El collar era una pieza de gran belleza de jade, se había vuelto blanco y cada anochecer, con luna llena, se reflejaba en la piedra la silueta de un hombre y una mujer abrazados en un oasis. Esta misteriosa transformación del collar era lo único que podía serenar el corazón compungido de Zoraide, junto con las lecturas de los pozos de café, que le mostraban como Zuleima se había convertido en parte del desierto, y que en un lugar, totalmente desconocido para ella, se encontraba feliz con una persona que la amaba más allá del tiempo.

Pero aún así el dolor le pesaba y decidió desahogarse escribiendo una carta a los amigos de Zuleima en Lanzarote donde contaba su triste desaparición en el desierto, su fracasada búsqueda y toda la ansiedad apelotonada. Lo único que omitió fue lo de su collar y sus visiones de los pozos de café, que decidió guardar en la intimidad de su soledad para anestesiar sus brotes de dolor y por miedo a que la tomaran por demente.

Y así llegó la carta un día soleado de verano a Puerto del Carmen, en Lanzarote, congelando las sonrisas y las palabras de bienvenida que les daba Hanah a Oscar que volvía de Rumania con el hijo de la malograda Bergman para pasar un tiempo con ella, con el objetivo de ayudarle con la sala de exposiciones y el centro de inmigración. Sus risas y euforia de su esperado encuentro tornaron en tormentosas lágrimas de duelo............................

CONTINUARÁ…………….
Autores:
Nayra del Rosario Hernández Benítez
Aarón Moreno Borges

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