domingo, 2 de mayo de 2010

ZULEIMA, ARENA Y SAL






La soledad es nada, pero cuando estamos solos es todo.
Anónimo

Tras formular su pregunta, Zuleima fue invadida por un pánico atroz e incertidumbre. Mientras esperaba la contestación a su pregunta y el ritmo de su corazón se volvía taquicárdico, el encargado despidió a sus empleados del despacho. Quedándose a partir de ese momento a solas con ella. Él notando su angustia fue rápido en responderle a su pregunta, la condición para que Zuleima no fuera denunciada a la policía y deportada a Marruecos, era que se convirtiera en su esposa. Ella al escucharlo, sintió en su interior el paso de la angustia a una reacción de asombro inesperado que debió reflejársele en el rostro. Para que el encargado, conocido entre sus empleados como un hombre parco en palabras, abriera su alma y sus sentimientos más profundos hacia ella.

_Verá, me imagino que esperaba condiciones viles y de gran bajeza moral, pero yo aunque no haya sido siempre transparente en los negocios, soy un hombre que sabe tratar a una mujer. Desde el primer día que llegó al invernadero para trabajar la fresa, me quede prendado de su belleza exótica y de la profundidad de sus ojos, acompañado de un halo de misterio y tristeza. Sentí una corazonada, la de que usted era la persona indicada para terminar con tantos años de soledad y viudez, que tan amargado y agrio me han vuelto. No espero que me ame, ni que se enamore de mí, ni siquiera que comparta alcoba conmigo sino lo desea. Sólo quiero que aliviane los últimos años que han de quedarme por vivir con su compañía. No le preguntaré por su pasado, ni siquiera quiero saber el origen de esos documentos falsos. Tómese esta condición como un trato bueno para los dos, yo ya no me sentiré tan solo y vacío. Y usted podrá conseguir permiso de residencia y con el tiempo la nacionalidad española. ¿Y bien que me responde?.... Si quiere puede pensárselo…. ¿Le doy unas horas?

Zuleima estaba aturdida y en estado de shock todavía, pero a pesar de ello decidió aceptar las condiciones. Aunque esto ya le alejara completamente de Said, sabía que obtener la nacionalidad española le abriría muchas puertas.Y que ser deportada a Marruecos sólo traería más problemas y deshonor a Sidi Ali, a quien tanto recordaba y echaba de menos cada día. Y pedía a Alá en sus oraciones, para que algún día su “haram” fuera perdonado y él volviera a estrecharla entre sus brazos como tantas veces lo hacía en su infancia vivida en Fez…………………………………………
CONTINUARÁ……………………..
Autores: Nayra Rosario Hernández Benitez
Aarón Moreno Borges

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