viernes, 2 de octubre de 2009

ZULEIMA, ARENA Y SAL





El anonimato es la expresión más genuina del altruismo.
– Eric Gibson
La noche sorprendió a Zuleima en alta mar, una noche azul intensa, con brillo plateado de estrellas y rellena de luna llena. Sentada en la proa del barco se dejó llevar por la brisa del mar, llevando sus pensamientos hacia Fez. Y una vez más divisó su sonrisa, su tez morena y sus profundos ojos y pudo oir su voz, la voz de Said susurrándole una vez más al oído "habibi". De sus románticos pensamientos, solo pudieron despertarla unos gritos ahogados pidiendo auxilio, que se volvían cada vez más cercanos a la par que débiles. Con rapidez alumbró hacia la zona donde venían dichos gritos, vislumbrando así una pequeña embarcación, una patera, con niños y mujeres a bordo. Se apresuró a pedir ayuda por radio, mientras con cuerdas intentó remolcar la patera, que ya estaba muy cerca de la "Bella Isadora". En aquellos momentos de tensión, los nervios nublaban su mente, paralizando y a la vez agitando su cuerpo, que se movía lo más rápido posible para ayudar a los náufragos. Por fin, con ayuda mútua, logró que subieran a la "Bella Isadora", eran cinco náufragos, tres niños y dos mujeres embarazadas con síntomas de deshidratación. Se apresuró a abrigarlos rápidamente con mantas para que conservaran el calor y darles agua, mejorando sus cansados y resecos labios. La patrulla de Salvamento Marítimo no tardó en llegar, lo que hizo que Zuleima se sintiera más arropada y segura. Pronto inyectaron sueroterapia a los tres náufragos que peor estaban, mientras no dejaban de atender y dar apoyo a los dos niños restantes, a los que Zuleima acariciaba su rostro, mientras le cantaba una canción de cuna en árabe.
Para aquellos náufragos Zuleima era un ángel, un ángel surgido del mar, para rescatarles de una fría y segura muerte. Para Salvamento Marítimo una mujer ejemplar, una heroína anónima, valiente y tenaz. Para ella misma, Zuleima era una mujer madura y más segura de si misma. Una mujer que por primera vez en mucho tiempo sentía de nuevo en su interior la plenitud y la serenidad blanca de la paz.
Entre los barrotes de la celda, él seguía pensando en ella, en el desierto. Alimentándose de su recuerdo de todo su amor para poder seguir viviendo, una existencia que ya tenía los días contados con la próxima aplicación de la pena de muerte...............

CONTINUARÁ......................
Autores: Nayra Rosario Hernández Benitez
Aarón Moreno Borges.

No hay comentarios: