Ulrich Beck
La revuelta de la desigualdad sacude al mundo entero: de Moscú a Helsinki, de Londres a Washington y de Berlín a Buenos Aires. En Internet encontramos páginas que invitan a quemar o a colgar a los banqueros. El centro mundial de las finanzas en Londres aconseja a las empresas que exhorten a sus trabajadores a no pasearse más en traje y corbata para evitar riesgos. Aquellos que parecían ejercer un control irrevocable sobre las finanzas mundiales son ahora percibidos y calificados despectivamente como “extraterrestres”, se les considera como personas de otro planeta. Cuando se obstinan en seguir cobrando primas y obteniendo privilegios, entonces son ejecutados, por lo menos moralmente, en los debates televisivos. Y probablemente esto sólo acaba de empezar.
A partir de diversos componentes se obtiene así una explosiva mezcla política y social. No sólo aumenta la desigualdad, tanto en el marco nacional como en el global, sino que, ante todo, el rendimiento y el ingreso se han desacoplado ya por completo a los ojos de la ciudadanía.
O peor aún: en el contexto del desmoronamiento de las finanzas mundiales se ha producido en las esferas más altas del poder un acoplamiento perverso entre gestión ruinosa e indemnizaciones millonarias.
El pequeño secreto, que no hace más que agudizar la amargura, consiste en que este enriquecimiento codicioso se ha realizado de forma absolutamente legal, pero atenta a la vez contra todo principio de legitimidad.
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Fuente: http://www.otromundoesposible.com/?p=3121
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