Entrevista a Daouda y Serigne, miembros de la Asociación de Sin Papeles de Madrid
Amador Fernández-Savater
Público
Daouda y Serigne forman parte de la Asociación de Sin Papeles de Madrid. Una iniciativa extra-ordinaria en la que los invisibles por excelencia se encuentran, se organizan y elaboran una palabra propia sobre su vida. Se vuelven así presentes.
Lo sabemos desde hace poco: centenares de sin papeles cumplen penas de cárcel por vender en el Top manta. Nos indignamos. Los compadecemos. Pero así seguimos reproduciendo el engranaje social que los convierte en víctimas. Más bien se trataría de compartir e impregnarnos de la fuerza de su lucha diaria.
¿Cómo llegaron a España?
Me llamo Daouda, tengo 25 años y soy de Senegal. Allí trabajaba en mi oficio y vivía con la familia. Quería viajar, conocer España, mejorar mi vida y también ayudar a mi familia. Llegué en patera a Canarias el 25 de mayo de 2007 y el 2 de julio ya estaba en Madrid.
Me llamo Serigne, tengo 33 años y también soy de Senegal. Allí estudié hasta el bachillerato, pero una enfermedad me impidió seguir. Siempre tuve el deseo de venir a España, a Europa en general pero a España en particular, y por eso estudié español 4 años en Senegal. Me casé, cuidaba a mi familia, a mis hijos, mis padres. Cuando apareció la oportunidad de las pateras me dije: “¿por qué no intentarlo para ver si puede realizarse mi sueño”. Fue muy duro, hice el viaje con la esperanza de encontrar un trabajo y oportunidades, como todo el mundo.
¿Y a vender en el Top manta?
D. Trabajé como carpintero durante más de 5 años en mi país, sin embargo aquí pasé muchos meses sin encontrar nada. Europa y África son muy distintos. Mi familia me ayudaba desde Senegal pero no quería seguir así. Al final me decidí a salir a la calle todos los días con la manta. A nadie le gusta hacerlo. ¿Alguien cree que yo vine aquí para vender en el Top manta? Para nosotros es casi una obligación. Sin papeles no es posible encontrar algo digno. No estamos contra la ley ni contra los artistas. Sólo trabajamos para vivir, como todo el mundo. Sobrevivir no es un delito. No he encontrado trabajo, pero he estudiado informática, electricidad y castellano. Ahora ya puedo hablar directamente con la gente, sin necesidad de intérprete. Para mi era muy importante.
S. Los primeros días al llegar todo fue oscuro para mi. En un lugar desconocido, me apañé con lo que sabía de castellano. Venía con la idea de que el primer día ya tendría trabajo. Otros senegaleses me explicaron que era posible vivir aquí sin papeles, pero que sería muy duro. Porque sin papeles no se puede encontrar trabajo. Acudía diariamente a buscarlo a Atocha, a Plaza Elíptica… Allí, algunas personas se aprovecharon de nuestra dificultad para entender. Nos daban trabajo para un día y nos decían: “mañana os recojo otra vez y os pago”. Llegué a trabajar en una ocasión un mes y no me pagaron nada. Y me dije que no valía la pena. Así que un día me acerqué a unos paisanos que estaban vendiendo en el Top Manta para preguntarles cómo hacerlo también. ¡Y el primer día que empecé me detuvo la policía! Sin vender ni un céntimo. Pasé 72 horas en comisaría y me abrieron causa penal. Todavía no me han juzgado. He pasado otras muchas veces por comisaria, detenido con la manta o por un control. Con lo poquito que ganaba empecé a estudiar mejor el castellano. Quería poder hablar, comunicarme y ver cómo salir de mi situación.
¿Así se puede vivir sin miedo?
D. Los sin papeles somos blanco fácil para la policía. Vienen de paisano, te piden documentación, te quitan la manta, te ponen las esposas y a comisaría. A veces sales con una multa (¡difícil de pagar para alguien que gana lo que nosotros!). Si no, vas al centro de internamiento (CIE). Dentro del CIE puedes pasar hasta 40 días y ahora parece que lo quieren subir hasta 60. Después puede que te suelten o que te expulsen a tu país. Al CIE puedes ir en cualquier momento, no tiene que ver con la manta, son cuestiones de extranjería. Así es muy difícil vivir sin miedo. Por la noche pienso en la policía. Cuando salgo de casa buscando a los compañeros, pienso en la policía. Ahora leo en el periódico que se ha dado una orden a la policía para detener a una cuota determinada de extranjeros. Vivimos una persecución. Mucha gente nos apoya. Tienen mucho sentimiento hacia nosotros. Ve que somos jóvenes, que queremos trabajar y no podemos. Algunos compran películas o música que no les gustan para apoyarnos. Ahora nos hemos organizado para intentar dar una respuesta.
S. Llevamos viviendo aquí ya más de dos años. Desde la llegada de los cayucos. Y de pronto salen a darnos caza, nos tratan como a delincuentes. No sólo van contra los sin papeles, sino contra la gente que tiene rasgos distintos de los de los blancos. Lo que yo veo es que los controles son selectivos. Si en un grupo de 30 personas que salen de un metro o están en la calle no hay ningún negro ni nadie con rasgos de otro sitio, no pasa nada. Pero si entre 100 personas hay un negro o alguien con rasgos distintos, van a por él. A pedirle los papeles. ¿Qué ha hecho? Ser extranjero. Si eres negro, ya eres una basura. Nos tratan así. Me parece bastante anormal. Ponen a la población en nuestra contra, publicamente, tratándonos diariamente como a delincuentes, señalándonos. No somos delincuentes, sino personas. Se le ha dado a la policía un grandísimo poder y abusan de él. Para ellos es como un juego, el gato y el ratón. Como una película. Nos intentan reducir al miedo y al silencio.
¿Qué ha supuesto encontrarse y organizarse?
D. Desde noviembre soy miembro de la Asociación de Sin Papeles de Madrid y de la Red del Ferrocarril Clandestino (1). Ahí trabajamos juntos, cada uno aporta su experiencia y sus ideas, somos más de 300 personas. Ahora tenemos donde reunirnos, donde encontrarnos y donde organizarnos. También tenemos una caja de resistencia en la Asociación para apoyarnos económicamente con las multas. Todo eso dinero vuelve a nosotros. Pero aún no hemos alcanzado nuestros sueños. Por eso seguimos trabajando con dignidad, con amigos y amigas españoles y extranjeros. La mayoría no tiene papeles y a veces la policía nos espera cerca de la puerta de nuestro lugar de reunión. Es muy penoso. ¿No tenemos derechos a asociarnos, como todos? Que la policía nos deje trabajar en paz. Yo quiero quedarme aquí. Vivo aquí. Tengo muchos amigos y amigas. Me gustaba mucho vivir en Lavapiés pero me marché por el acoso policial y ahora vivo en otro barrio. Queremos igualdad, que se apliquen los derechos humanos.
S. Luchamos por la despenalización del Top Manta. Nos han puesto una barrera para no acceder al trabajo. Con causas penales ya no se pueden obtener papeles. Y sin papeles no hay trabajo. Sólo queda buscarse la vida como se pueda, perseguido diariamente por la policía. ¿Qué es eso? ¿Hasta dónde quieren empujarnos? Por tanto, nos organizarmos para no caer en caos y la desesperanza total. Quien no ha caído, no sabe el esfuerzo que se necesita para ponerse uno en pie. Sin manifestaciones, no tendríamos voz para hablar. Quedaríamos reducidos al miedo. En nuestra casa. Sin poder hablar. Gracias a la Asociación podemos explicar a la sociedad lo que vivimos. La Asociación para mi es una luz en mi vida. Si continuo aquí en España es gracias a ella. Nota:
1. http://www.transfronterizo.net/
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84521
Amador Fernández-Savater
Público
Daouda y Serigne forman parte de la Asociación de Sin Papeles de Madrid. Una iniciativa extra-ordinaria en la que los invisibles por excelencia se encuentran, se organizan y elaboran una palabra propia sobre su vida. Se vuelven así presentes.
Lo sabemos desde hace poco: centenares de sin papeles cumplen penas de cárcel por vender en el Top manta. Nos indignamos. Los compadecemos. Pero así seguimos reproduciendo el engranaje social que los convierte en víctimas. Más bien se trataría de compartir e impregnarnos de la fuerza de su lucha diaria.
¿Cómo llegaron a España?
Me llamo Daouda, tengo 25 años y soy de Senegal. Allí trabajaba en mi oficio y vivía con la familia. Quería viajar, conocer España, mejorar mi vida y también ayudar a mi familia. Llegué en patera a Canarias el 25 de mayo de 2007 y el 2 de julio ya estaba en Madrid.
Me llamo Serigne, tengo 33 años y también soy de Senegal. Allí estudié hasta el bachillerato, pero una enfermedad me impidió seguir. Siempre tuve el deseo de venir a España, a Europa en general pero a España en particular, y por eso estudié español 4 años en Senegal. Me casé, cuidaba a mi familia, a mis hijos, mis padres. Cuando apareció la oportunidad de las pateras me dije: “¿por qué no intentarlo para ver si puede realizarse mi sueño”. Fue muy duro, hice el viaje con la esperanza de encontrar un trabajo y oportunidades, como todo el mundo.
¿Y a vender en el Top manta?
D. Trabajé como carpintero durante más de 5 años en mi país, sin embargo aquí pasé muchos meses sin encontrar nada. Europa y África son muy distintos. Mi familia me ayudaba desde Senegal pero no quería seguir así. Al final me decidí a salir a la calle todos los días con la manta. A nadie le gusta hacerlo. ¿Alguien cree que yo vine aquí para vender en el Top manta? Para nosotros es casi una obligación. Sin papeles no es posible encontrar algo digno. No estamos contra la ley ni contra los artistas. Sólo trabajamos para vivir, como todo el mundo. Sobrevivir no es un delito. No he encontrado trabajo, pero he estudiado informática, electricidad y castellano. Ahora ya puedo hablar directamente con la gente, sin necesidad de intérprete. Para mi era muy importante.
S. Los primeros días al llegar todo fue oscuro para mi. En un lugar desconocido, me apañé con lo que sabía de castellano. Venía con la idea de que el primer día ya tendría trabajo. Otros senegaleses me explicaron que era posible vivir aquí sin papeles, pero que sería muy duro. Porque sin papeles no se puede encontrar trabajo. Acudía diariamente a buscarlo a Atocha, a Plaza Elíptica… Allí, algunas personas se aprovecharon de nuestra dificultad para entender. Nos daban trabajo para un día y nos decían: “mañana os recojo otra vez y os pago”. Llegué a trabajar en una ocasión un mes y no me pagaron nada. Y me dije que no valía la pena. Así que un día me acerqué a unos paisanos que estaban vendiendo en el Top Manta para preguntarles cómo hacerlo también. ¡Y el primer día que empecé me detuvo la policía! Sin vender ni un céntimo. Pasé 72 horas en comisaría y me abrieron causa penal. Todavía no me han juzgado. He pasado otras muchas veces por comisaria, detenido con la manta o por un control. Con lo poquito que ganaba empecé a estudiar mejor el castellano. Quería poder hablar, comunicarme y ver cómo salir de mi situación.
¿Así se puede vivir sin miedo?
D. Los sin papeles somos blanco fácil para la policía. Vienen de paisano, te piden documentación, te quitan la manta, te ponen las esposas y a comisaría. A veces sales con una multa (¡difícil de pagar para alguien que gana lo que nosotros!). Si no, vas al centro de internamiento (CIE). Dentro del CIE puedes pasar hasta 40 días y ahora parece que lo quieren subir hasta 60. Después puede que te suelten o que te expulsen a tu país. Al CIE puedes ir en cualquier momento, no tiene que ver con la manta, son cuestiones de extranjería. Así es muy difícil vivir sin miedo. Por la noche pienso en la policía. Cuando salgo de casa buscando a los compañeros, pienso en la policía. Ahora leo en el periódico que se ha dado una orden a la policía para detener a una cuota determinada de extranjeros. Vivimos una persecución. Mucha gente nos apoya. Tienen mucho sentimiento hacia nosotros. Ve que somos jóvenes, que queremos trabajar y no podemos. Algunos compran películas o música que no les gustan para apoyarnos. Ahora nos hemos organizado para intentar dar una respuesta.
S. Llevamos viviendo aquí ya más de dos años. Desde la llegada de los cayucos. Y de pronto salen a darnos caza, nos tratan como a delincuentes. No sólo van contra los sin papeles, sino contra la gente que tiene rasgos distintos de los de los blancos. Lo que yo veo es que los controles son selectivos. Si en un grupo de 30 personas que salen de un metro o están en la calle no hay ningún negro ni nadie con rasgos de otro sitio, no pasa nada. Pero si entre 100 personas hay un negro o alguien con rasgos distintos, van a por él. A pedirle los papeles. ¿Qué ha hecho? Ser extranjero. Si eres negro, ya eres una basura. Nos tratan así. Me parece bastante anormal. Ponen a la población en nuestra contra, publicamente, tratándonos diariamente como a delincuentes, señalándonos. No somos delincuentes, sino personas. Se le ha dado a la policía un grandísimo poder y abusan de él. Para ellos es como un juego, el gato y el ratón. Como una película. Nos intentan reducir al miedo y al silencio.
¿Qué ha supuesto encontrarse y organizarse?
D. Desde noviembre soy miembro de la Asociación de Sin Papeles de Madrid y de la Red del Ferrocarril Clandestino (1). Ahí trabajamos juntos, cada uno aporta su experiencia y sus ideas, somos más de 300 personas. Ahora tenemos donde reunirnos, donde encontrarnos y donde organizarnos. También tenemos una caja de resistencia en la Asociación para apoyarnos económicamente con las multas. Todo eso dinero vuelve a nosotros. Pero aún no hemos alcanzado nuestros sueños. Por eso seguimos trabajando con dignidad, con amigos y amigas españoles y extranjeros. La mayoría no tiene papeles y a veces la policía nos espera cerca de la puerta de nuestro lugar de reunión. Es muy penoso. ¿No tenemos derechos a asociarnos, como todos? Que la policía nos deje trabajar en paz. Yo quiero quedarme aquí. Vivo aquí. Tengo muchos amigos y amigas. Me gustaba mucho vivir en Lavapiés pero me marché por el acoso policial y ahora vivo en otro barrio. Queremos igualdad, que se apliquen los derechos humanos.
S. Luchamos por la despenalización del Top Manta. Nos han puesto una barrera para no acceder al trabajo. Con causas penales ya no se pueden obtener papeles. Y sin papeles no hay trabajo. Sólo queda buscarse la vida como se pueda, perseguido diariamente por la policía. ¿Qué es eso? ¿Hasta dónde quieren empujarnos? Por tanto, nos organizarmos para no caer en caos y la desesperanza total. Quien no ha caído, no sabe el esfuerzo que se necesita para ponerse uno en pie. Sin manifestaciones, no tendríamos voz para hablar. Quedaríamos reducidos al miedo. En nuestra casa. Sin poder hablar. Gracias a la Asociación podemos explicar a la sociedad lo que vivimos. La Asociación para mi es una luz en mi vida. Si continuo aquí en España es gracias a ella. Nota:
1. http://www.transfronterizo.net/
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84521
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