viernes, 27 de marzo de 2009

"ZULEIMA, ARENA Y SAL"







De camino a la Graciosa, Hanah, acariciando su vientre, mirando al mar desde la cubierta, apegada a sus lienzos en blanco, difumina sus ojos azules con el azul del cielo. Al desembarcar en la isla, se dirige hacia la playa de Los Franceses. Caminando por la tierra volcánica. Se siente, más que nunca, parte de la naturaleza. Recuerda cuando leyó por primera vez sobre César Manrique, como le atrapó su manera de vivir y sentir el arte, compartiéndolo con el entorno natural, asombrándose ante el milagro de la vida. El milagro de la vida que ahora crece poco a poco en su vientre. Se siente plena por primera vez en mucho tiempo. Quizás sea la magia del entorno y la variedad cromática sublime y elegante que se abre ante ella en las cristalinas playas de La Graciosa, en la amabilidad de su gente, en su sabor a mar, a sal y a fuego desde Caleta de Sebo hasta Pedro Barba, culminando en las Agujas, la parte más alta de la isla del archipiélago Chinijo.

Óscar se va recuperando, ya pronto mejorará y dejará de usar las muletas, y volverá a caminar con normalidad, al menos sus piernas volverán a ser libres. Su mente sigue encarcelada, atrapada en la noche en que aconteció la paliza, entre el negro del miedo, el negro del pánico y el rojo de la sangre. Óscar sigue sobreviviendo al trauma, con pinceladas gruesas a rebosar de óleo y trementina. Ello hace, en parte, descargar todo su dolor, su angustia y su pena en el lienzo. Esperando volver a ser libre en su mente, en su alma. Esperando que de su trompeta vuelvan a salir ritmosos colores caribeños y de las partituras alegres sinfonías. Mientras el sol nace y muere en su ventana, sus ojos tristes siguen esperando la luz, el verde esperanza......


CONTINUARÁ......
Autores: Nayra del Rosario Hernández Benitez.
Aarón Moreno Borges.

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