Como una noche más, Óscar salía del pub con su cuerpo y mente embriagados por el alcohol. El grupo de chicos se acercó hacia él llenos de odio y rencor, mientras susurraban palabras hirientes y reían entre ellos. Eran cuatro chicos que no superaban los veinte años, ataviados con ropas de marca y cadenas de oro, como complemento gorras rojas y como sentimiento común la ira y el desprecio. Empezaron a golpearlo con furia. Óscar apenas se podía defender, de sentir miedo empezó a sentir debilidad y gran dolor. Cayó al suelo, mientras los chicos decían:
_ ¡¡Eh, jodido sudaca, lárgate de aquí!!
_ ¡¡Maldito cabrón!! decía otro. Te vas a enterar de lo que es bueno.
_ Puto sudaca, fos, das asco. Me dan ganas de matarte aquí mismo, cerdo. ¡¡Lárgate de la isla ya mismo!!
Entre estas palabras, Óscar, ensangrentado, se sumió en la inconciencia….
_ ¡¡Eh, ya está bueno, se nos está pasando la mano, sólo era un susto!!
_ ¡¡Cállate gallina!!
_ ¡¡ Eh, tío, viene la pasma!! ¡¡Corred, corred!!
Los muchachos, al ver de lejos el coche policial, empezaron a correr con tanta rapidez que ninguno de los dos agentes pudo verlos mientras huían tras su acción cobarde y cruel. Los policías estaban de patrulla por las cercanías cuando un vecino alertó de la pelea. Al ver la gravedad de Óscar, y comprobar que seguía vivo, no tardaron en avisar a una ambulancia que llevaría a Óscar al hospital de Arrecife.
Hanah estaba pintando en la playa, cuando sintió una profunda angustia y un mal presentimiento, por el cual decidió regresar antes de tiempo a la pensión, donde se enteraría de la triste noticia del ataque sufrido por Óscar…
Días después mientras Hanah hablaba con los médicos y firmaba el consentimiento para trasladar a Óscar en helicóptero médico al hospital Doctor Negrín en Las Palmas de Gran Canaria, donde recibiría un mejor atendimiento para la gravedad que entrañaban sus heridas.
Bergman se enteraba de la noticia al incorporarse, tras sus días libres, al pub. Su reacción no se hizo esperar. Rápidamente, y sin dar más explicaciones, se dirigió entre lágrimas y sollozos al hospital.
Juan recibía al anochecer desde la borda de “La bella Isadora”, su barco y hogar ubicado en La Santa, conocido puerto pesquero de Lanzarote. “La bella Isadora” había sido toda su vida, desde que había empezado con el negocio del cambulloneo, allá en el Muelle Grande, en Gran Canaria durante los años de la posguerra. Había sido su segundo barco después de la chalana familiar que comenzó utilizando con su padre cuando era un adolescente para aprender el tan remunerado oficio de cambullonero.
Tras conseguir ahorrar un buen dinero, se hizo con una buena chalana para realizar su andadura en solitario por el Muelle Grande. La llamó “La bella Isadora” en recuerdo de su primer amor de juventud, una joven muchacha cubana que conoció en una casa de tolerancia de las cercanías del muelle, y que le robó completamente el corazón para luego desaparecer misteriosamente.
Este hecho marcaría su juventud y vida, entregándose al alcohol y a diferentes mujeres de la vida en las que buscaba obsesivamente a Isadora, sin encontrarla. No obstante, a pesar de tales derroches de dinero, consiguió ahorrar algo para su jubilación y un buen día decidió cambiar Gran Canaria por Lanzarote, y fijó su residencia en el puerto pesquero de La Santa, pues no conocía más patria que la mar, como buen marinero, ya que en tierra se sentía encarcelado, así que decidió hacer de su barco su hogar.
En apenas seis metros cuadrados hacía su vida diaria. Le gustaba madrugar para pescar, luego solía ir en guagua hasta Arrecife y dar un paseo diario, sobretodo por el barrio marinero de Valterra, donde tenía buenos amigos. Luego volvía a La Santa y en sus ratos libres solía escribir poesía y escribir alguna que otra canción, lo cual le hacía sentir libre y conseguía permanecer en sintonía con la mar….
CONTINUARÁ……………
Autores: Nayra del Rosario Hernández Benítez
Aarón Moreno Borges.
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