sábado, 13 de diciembre de 2008

LOS DESEOS PASAN DE MODA

Hace unas semanas se celebró el día de "hoy no compro nada". Ese día, "una estampida de consumidores ávidos por hincarle el diente a las rebajas en el estado de Nueva York asesinó a un dependiente de los grandes almacenes Wal-Mart".
Este es el mundo.
Saludos y gracias por su compañía.omch***

Conjugamos verbos y nos ufanamos de nuestro dominio del lenguaje, de nuestras expresiones. Somos capaces de identificar si una conjugación es en presente simple o en pretérito pluscuamperfecto.
Dominamos los tiempos, especialmente el presente, pero nos olvidamos del resto.
Nuestra conjugación pasa de la primera persona del singular a la primera persona del plural.
Del Yo al nosotros sin ningún respiro.
Lo que pase entre medio, no me importa. El tú, él, vosotros o ellos, es cosa de ellos, de aquellos, de los otros.
Mi tiempo preferido, el presente; mi pronombre predilecto, Yo.
Mira lo que compré, quiero esto, necesito aquello, odio esto y aquello, quiero lo mio.
Cuantas veces oímos y decimos esas palabras durante el día.
Necesitamos, compramos, queremos, odiamos.
En últimas buscamos algo que no sabemos muy bien que es lo que es, y lo que es peor, no sabemos si realmente hemos perdido algo. Sin embargo, insistimos en buscarlo, queremos encontrarlo.
Intento entender por qué lo hacemos, para que tantos deseos, para que tantas búsquedas. Es que acaso vivimos tan insatisfechos con nuestra vida o tan incómodos en nuestra casa que parece que la única respuesta es que compramos y compramos "para vivir más cómodos, son pequeñas satisfacciones de la vida". Y quizás es cierto, es probable que vivamos incómodos en nuestras casas, pues como el síndrome de Diógenes, acumulamos y acumulamos cosas quitándonos espacio para lo que son las casas: para vivir.
Deseamos y deseamos mal. Deseamos aquello que tiene un valor económico, un valor de intercambio, un valor cuantificable. Deseamos aquello que se pueda vender posteriormente o al menos que pueda ser reemplazado por un nuevo deseo.
Los deseos pasan de moda.
Hubo un tiempo todos deseamos y envidiamos los teléfonos celulares, hoy en día el llamar es tan solo una parte del deseo de comunicarnos. Vivimos tan solos que algo tan natural -diría, tan animal, que a fin de cuenta es lo que somos- como la comunicación, se volvió un deseo, una necesidad.
Hemos deseado tanto, que ahora vivimos solos y con nuestros deseos.
Sin embargo, nuestro instinto de supervivencia nos ha permitido fabricar, vender y comprar aquello que los satisface. Quizás por eso, el verbo de las últimas décadas haya sido"Comprar.
Compramos, compramos y de tanto comprar, nuestras vidas parece que se pusieran en venta a la espera que venga alguien y nos diga cuanto valemos. Cuanto tienes, cuanto vales, me pareció oír tiempo atrás.
Hace algunos meses una persona puso en venta su vida por internet. Lo que ofrecía no era otra cosa que sus pertenencias, o lo que es lo mismo, lo que habían sido sus deseos satisfechos.
Desear y comprar. Nuestros verbos preferidos. En su momento esta persona fue vista como un bicho raro, un loco, sin embargo me temo que si no comenzamos a identificar que es lo que realmente deseamos y que es lo que realmente necesitamos, la historia dirá que él fue un visionario, como lo fue en su momento el primero que se atrevió a salir a la calle hablando por un teléfono celular. Realmente no me extrañaría, la historia la escriben los ganadores, y al paso que vamos, quienes van ganando son los que nos dicen lo que debemos desear y nos ofrecen aquello que debemos comprar si no queremos vivir insatisfechos.

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Fuente: http://lasmiradasperdidas.blogspot.com

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