viernes, 14 de noviembre de 2008

"ZULEIMA, ARENA Y SAL"







Cada mañana Zuleima acudía a la llamada de la oración. Rezaba desde la habitación principal de la casa, que era la más grande y mejor decorada, encontrándose ésta más alejada de la entrada y del espacio público. Luego se dirigía hacia la cocina, que junto con el hammán, el baño público típicamente árabe, y la lavandería se encontraban cerca de la entrada principal. Allí preparaba cuidadosamente distintas exquiciteces de la cocina alauí, a la par que limpiaba los distintos botes de té y rooibos, las plantas de origen sudafricano que se preparan a modo de infusiones, con sus propiedades benefactoras para la salud física y mental. En el patio había dispuesto estanterías para colocarlos y un pequeño mostrador de madera recubierto por un cristal donde colocaba los dulces y chocolates. Encima del mostrador había un precioso mantel de seda bordado, sobre el que reposaba una antigua caja registradora, regalo que un antiguo compatriota suyo había regalado a su difunto marido.

Cuando caía la noche sobre la tierra volcánica de Lanzarote, enigmáticas melodías surgían del laud árabe de Zuleima. Sus dedos se movían con suavidad entre las cuerdas del instrumento que Sidi Alí le enseñó a tocar siendo muy niña en el patio de su gran casa de Fez, donde todos los días junto con el resto de los niños de la casa familiar Sidi le enseñaba a modo de cuento y con un cierto tono de magia las enseñanzas del libro sagrado, el Corán, y las del profeta Mahoma. Muchas veces su corazón se cubría de velos de sensaciones agridulces, donde se fundían la melancolía con la añoranza de los recuerdos de la niñez. Recordaba como su primo Abdul hablaba con entusiasmo del mercado de camellos, el olor inconfundible de los cuernos de gacela de Zoraide, la belleza de las caravanas del desierto, las danzarinas de las fiestas del tío Alí, el encantador de serpientes de la Medina. Sus recuerdos se mezclaban con los acordes del laúd, proporcionándole una paz interior, momentánea.

La música le hacía olvidar sus conflictos internos, el miedo, la inseguridad en si misma, y al mismo tiempo cada vez que tocaba el laúd se sentía más cerca de reconciliarse con su pasado, cada acorde era un impulso interno hacia el optimismo, en el fondo algo le decía que algún día volvería a ser feliz.

CONTINUARÁ............

Autores:Nayra Rosario Herández Benítez
Aarón Moreno Borges.

1 comentario:

Lourdes dijo...

Aarón me encanta el relato, enhorabuena a Nayra y a tí, continuad...teneis seguidores. Un beso para tí y a ver si nos vemos un dia de estos. Por cierto mañana ya tenemos un añito.