martes, 30 de septiembre de 2008

EL JOVEN QUE HIZO LA LUZ EN AFRICA

JESÚS RUIZ MANTILLA 14/09/2008

En Malawi, sobrevivir es ya una hazaña, pero William Kankwamba no es de los que se resignan. Ha construido un sueño: un molino que da luz a su pueblo. Apenas hay fotos de él, pero en África se ha convertido en un héroe.

Kasungu (Malawi), el futuro es muy oscuro. Los niños tienen escrito el destino en la frente: trabajar la tierra, como sus padres y como los padres de sus padres... Con suerte, si la sequía no les aniquila el maíz, los granos de soja o el tabaco, comerán. Si no, se verán obligados a reducir las raciones a una al día y... de forma
escasa.Pero hay jóvenes que no parecen dispuestos a resignarse a ese incierto porvenir. Como William Kankwamba, nacido en 1987, el chico que en mitad de esa oscuridad perpetua quiso emular al gran Thomas Edison e hizo la luz en su pueblo para asombro de los suyos. Lo consiguió casi solo, sin haber visto en su vida un iPod y sin saber lo que era navegar por Internet. Con la imaginación, el sueño y el arrojo que le llevó a construir un invento propio: el molino rudimentario que le ha convertido en el héroe de su barrio y ahora de todo un continente.

En una de esas cosechas mal dadas, su madre estaba muy preocupada por él. "Como no engorde, va a llegar una ráfaga de viento y va a borrar a William de la tierra", pensaba la mujer. Aunque muy mal tienen que darse las cosas en Malawi para que al menos no te falte una ración de nsima en la mesa, esa mezcla cocinada de agua y maíz que basta a la mayoría de sus conciudadanos para ir tirando.

Con eso le sobró al joven e inquieto Kankwamba para revolucionar su pueblo. Fue un arranque de rabiosa curiosidad e inconformismo lo que le empujó. Como les suele ocurrir a todos los constructores de sueños. Estaba harto de que en su país no prendieran más que desgracias relacionadas con el hambre y el sida, que afecta a más de un millón de habitantes y ha acabado con la vida de cientos de miles.

No se resignaba, a sus 14 años, a heredar la vida de su padre, que debía mantenerle a él y a sus seis hermanas con los cultivos y la ayuda de unas cabras y unos pollos; pendiente siempre de los partes meteorológicos y la subida del precio de los fertilizantes. William necesitaba hacer algo grande. No en el sentido de los mandatarios de su castigada tierra, que acudían a su comarca en busca de votos con los métodos más rastreros.

Habían salido de una época de terror con un tirano como Kamuzu Banda, que amedrentó Malawi entre 1963 y 1997. Pero a éste le sucedieron otros mucho menos sangrientos pero igual de populistas. Como Bakili Mulufi, quien en plena campaña prometió zapatos para todos. Cuando ganó y le pidieron cuentas respondió: "¿Cómo pensabais que iba a saber el pie que calzáis cada uno?".

En ese sentido, William Kankwamba no quería destacar. Deseaba hacer algo más útil. Encontró el camino en la biblioteca de la escuela de Kanchocolo, como cuenta él mismo en un libro que está terminando con su experiencia y que se titula El niño que utilizó el viento. Por suerte, el suyo no era uno de tantos colegios cerrados en Malawi por ausencia de profesorado. El sida, por ejemplo, ha matado ya a 80.000 maestros y muchos centros han tenido que cerrar por ello.

La bibliotecaria puso en sus manos algo que cambiaría su vida: un manual práctico que se titulaba Using energy. En él se explicaba el funcionamiento de un invento del que William nunca había oído hablar: los molinos de viento. Su primera impresión al ver las fotografías fue completamente quijotesca: "Esas altas torres blancas, que giraban como ventiladores gigantes". Además, en ese libro descubrió una verdad reveladora: "La energía nos rodea todos los días. A veces, lo único que necesitamos es reconvertirla en algo que nos resulte útil...".

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FUENTE DE INFORMACIÓN: www.elpais.com

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