
Enrique de Castro trabaja y vive por los marginados de la sociedad desde hace más de 30 años. “Desde entonces empezamos en un ambiente asambleario dentro de la propia parroquia, con las familias y los propios chavales y con gente que los apoyaba, como abogados, muy necesarios en estos casos”, cuenta Enrique. Procedente de un mundo de estudios y familia de derechas, llegó a Vallecas y su gente le cambió la vida. Le hicieron entender poco a poco los escritos evangélicos y lo que significaba el mensaje y la buena noticia de Jesús. Encontró mucha riqueza allí.
Oficia las misas de paisano, abre las puertas de su parroquia a quien casi nadie se atrevería a recibir en su salón, y en vez de hostias ha repartido rosquillas a los que han asistido a sus misas. Y no por ser un rebelde, sino porque el pueblo así se lo pedía. Una liturgia más cercana y acorde con los nuevos tiempos. Musulmanes, ateos, apóstatas a punto de firmar confiesan que se sienten parte de esta iglesia. Que allí es donde han encontrado el significado de la palabra fe.
A pesar de haber contado con un gran apoyo para que se evitara aquel popular cierre, Enrique dice que no le ha echado un pulso a nadie. Se refiere así a la “Iglesia del poder”, a la jerarquía eclesiástica, con la que difiere, porque subraya que la “Iglesia institucionalmente plantea atender a la gente pero sin reivindicar la justicia. No lucha por ella.
Hace unos días pasó por Jerez, ciudad que visita a menudo y donde hay mucha gente que hace actividades similares a las suyas, como el cura de El Torno. Estaba invitado por la asociación Pro-Derechos Humanos para hablar sobre sus planes alternativos, como abrir las casas a inmigrantes, presos o gente de la calle, sus talleres de autoempleo, y el apoyo incondicional a quien sea, venga de donde venga, junto a sus otros dos compañeros, también párrocos.
Enrique de Castro busca las causas de la exclusión social y deduce que la culpa “la tiene el grosero capital. Estamos en una situación de neoliberalismo salvaje, los gobiernos en el mundo occidental dependen de las multinacionales. Es decir, se ha expoliado a los países pobres de su riqueza y encima se les hace pagar deudas”. Piensa Enrique que la Iglesia actual, “la primera cosa que tendría que hacer es abrir las parroquias, que pueda vivir la gente en ellas, que sean sus lugares de encuentro. Yo no entenderé jamás una parroquia si no es un lugar de encuentro para los que están echados. Si no tiene esa función una parroquia, todas las demás le sobran. Se ha retrocedido mucho a replantear la parroquia como centro de culto, casi exclusivamente, pero para nada de acogida, pero lo llamaría hacer lo que hizo Jesús: poner la mesa del Señor a disposición de todos los que están fuera de nuestra sociedad”.
Oficia las misas de paisano, abre las puertas de su parroquia a quien casi nadie se atrevería a recibir en su salón, y en vez de hostias ha repartido rosquillas a los que han asistido a sus misas. Y no por ser un rebelde, sino porque el pueblo así se lo pedía. Una liturgia más cercana y acorde con los nuevos tiempos. Musulmanes, ateos, apóstatas a punto de firmar confiesan que se sienten parte de esta iglesia. Que allí es donde han encontrado el significado de la palabra fe.
A pesar de haber contado con un gran apoyo para que se evitara aquel popular cierre, Enrique dice que no le ha echado un pulso a nadie. Se refiere así a la “Iglesia del poder”, a la jerarquía eclesiástica, con la que difiere, porque subraya que la “Iglesia institucionalmente plantea atender a la gente pero sin reivindicar la justicia. No lucha por ella.
Hace unos días pasó por Jerez, ciudad que visita a menudo y donde hay mucha gente que hace actividades similares a las suyas, como el cura de El Torno. Estaba invitado por la asociación Pro-Derechos Humanos para hablar sobre sus planes alternativos, como abrir las casas a inmigrantes, presos o gente de la calle, sus talleres de autoempleo, y el apoyo incondicional a quien sea, venga de donde venga, junto a sus otros dos compañeros, también párrocos.
Enrique de Castro busca las causas de la exclusión social y deduce que la culpa “la tiene el grosero capital. Estamos en una situación de neoliberalismo salvaje, los gobiernos en el mundo occidental dependen de las multinacionales. Es decir, se ha expoliado a los países pobres de su riqueza y encima se les hace pagar deudas”. Piensa Enrique que la Iglesia actual, “la primera cosa que tendría que hacer es abrir las parroquias, que pueda vivir la gente en ellas, que sean sus lugares de encuentro. Yo no entenderé jamás una parroquia si no es un lugar de encuentro para los que están echados. Si no tiene esa función una parroquia, todas las demás le sobran. Se ha retrocedido mucho a replantear la parroquia como centro de culto, casi exclusivamente, pero para nada de acogida, pero lo llamaría hacer lo que hizo Jesús: poner la mesa del Señor a disposición de todos los que están fuera de nuestra sociedad”.
COMENTARIO: VIVA EL POLITEISMO.....CUANDO LA RELIGIÓN SE ENTIENDE Y SE PRÁCTICA COMO LO HACE ESTA ADMIRABLE PERSONA.
Fuente: http://redescristianas.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario