
Ante ellos se abre el futuro, quizás prometedor, pero sobre todo lleno de proyectos y sueños que quedaron frustrados sobre la arena o el cemento del muelle que pisaron al desembarcar del cayuco que los trajo a Canarias tras una azarosa travesía desde África que, por lo general, duró más de diez días. Hoy, aquellos niños inmigrantes, son mayores de edad y buscan trabajo para enviar, por fin, la ayuda que prometieron a sus familias.
MIGUEL ÁNGEL AUTERO SANTA CRUZ DE TENERIFE
Cáritas Diocesana mantiene, entre otros muchos, un proyecto que tiene como finalidad la integración, la formación y la inserción laboral de jóvenes inmigrantes. El Proyecto Ben comenzó en Tenerife hace justamente dieciocho años, la misma edad con la que llegan los chicos extranjeros que son acogidos en los dos centros con los que cuenta Cáritas en la Isla. Uno de ellos está en la Cuesta Piedra, mientras que el otro se ubica en Granadilla de Abona. Se trata de dos casas que cuentan con dieciséis plazas, la primera, y dieciocho, la segunda.
En ellas, varios monitores, educadores, voluntarios y universitarios en prácticas como educadores sociales forman y orientan a los chicos para que puedan conseguir un trabajo digno, para que puedan independizarse, algo que la gran mayoría consigue después de un periodo de tres o cuatro meses de estancia en estos hogares.
La mayoría de los chicos son subsaharianos musulmanes, aunque también llegan católicos y es evidente que están acogidos en un proyecto que gestiona una entidad católica. No hay problema alguno, de hecho, el salón de esta acogedora casa está presidido por una gran fotografía enmarcada de la Meca y en la pared de enfrente hay un dibujo de Jesús en la Cruz. Y lo mismo pasa con las fiestas litúrgicas: todos respetan el Ramadán y todos respetan la Navidad.La entidad diocesana trabaja, por un lado, con los extranjeros pero también mantiene contactos con empresas que necesitan empleados, asegurando al empresario además un seguimiento para la completa adaptación de los inmigrantes. Asimismo, Cáritas logra que estos chicos inicien también cursos de formación, a través del Instituto Canario de Empleo, para ampliar las oportunidades de su inserción laboral. En este sentido, se forman en carpintería, cerrajería, o formación sociosanitaria para trabajar con personas mayores o dependientes.Los chicos que forman parte de este proyecto son jóvenes que acaban de cumplir su mayoría de edad. Ellos llegaron a Canarias en patera o cayuco cuando aún eran niños y han permanecido hasta la fecha bajo la tutela del Gobierno de Canarias, en centros de acogida para menores inmigrantes no acompañados.Nayib, Laura o Yaiza, son algunos de los educadores del Proyecto Ben. Yaiza dice "que los chicos que han pasado al menos nueve meses en el centro de menores, salen con un permiso de residencia inicial, por un periodo determinado, que les vale para obtener un contrato de trabajo". En el proyecto "potenciamos y guiamos a los chicos para la búsqueda de empleo, pero también impulsamos los planes de ahorro, es decir, que cuando empiezan a trabajar también ahorran dinero para en un tiempo prudencial se independicen. Normalmente empiezan por compartir piso entre varios. Ahora, en la primera semana de marzo, salen de la casa tres chicos que compartirán piso. Otro de ellos cogió un avión para El Hierro el pasado 29 de febrero. Allí pasará el próximo año trabajando en una obra en La Frontera tras firmar un contrato con una constructora.
Son de Senegal, Mali o Marruecos. Sus nombres podrían ser algo así como Cheik, Bousa o Mohamed. Cada uno porta en una maleta imaginaria una historia particular que relata la búsqueda de un futuro mejor. Que se inicia en África "donde nuestros ancianos, que son muy respetados, nos aconsejan que no abandonemos el país; se quedan sin jóvenes, cada vez menos futuro. Aún así, muy a nuestro pesar nos vamos porque soñamos tener futuro".
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