La gran mayoría de los músicos africanos estamos comprometidos eternamente con las raíces rítmicas que nos unen a nuestros pueblos". Debajo de esta reflexión aparece la alargada figura de Afel Bocoum, un maliense nacido hace 48 años en la aldea de Niafunké, que en el día de ayer impartió en el espacio cultural de CajaCanarias de la capital tinerfeña un taller de música africana dirigido a escolares. Junto a un compatriota y "armado" con una guitarra colorada, Bocoum cantó a los pobres, a las enfermedades, a la inmigración, al vertiginoso proceso de desertización que sufre la cuenca del río Níger. Ése es el título del segundo de los dos trabajos discográficos (2006) que tiene en el mercado Afel; el primero lo grabó hace casi 9 años y lo bautizó "Ali Kabar". "Yo no soy un intelectual, sólo canto sobre los pobres", advirtió antes de recibir la primera pregunta.
-¿Cuál es el secreto de la música africana?
-La clave está en la pobreza. Allí casi todos tenemos muchas cosas en la cabeza, pero faltan medios para convertirlas en realidad. Por eso hay que poner a funcionar la imaginación y, sobre todo, trabajar en equipo para que una familia entera cargue con una sola desgracia.
-Pero si la música se supone que es alegría, no debe ser fácil cantar tantas desgracias.
-Se pueden cantar cosas malas y miserias con alegría para que el mundo las conozca. La música en general tiene una fórmula bastante sencilla, lo complicado es que llegue a los lugares que los músicos quieren.
-Usted fue un alumno aventajado del fallecido Ali Farka Touré. ¿Hacen falta muchas voces como la de él en su continente?
-Siempre se necesitan voces críticas. Hacía música pensando en su país y de él heredé la idea de que haga lo que haga, siempre, al final tienes que volver a casa. Sé que no soy una gran estrella de la música, pero el dinero que gano se queda en casa.
-¿Dónde aprendió a tocar la guitarra?
-Bueno, esa historia es larga. Yo ofrecía conciertos en mi país y normalmente tenía dificultades para conseguir un guitarrista porque los que conocía desaparecían o incluso enfermaban. Al final no me quedó más remedio que solucionar aquel problema a mi manera, que es lo mismo que decir que aprendí solo. No soy un especialista, aunque no me defiendo mal (se ríe).
-En el fondo de su repertorio se observa una base de blues bastante profunda. ¿No es un estilo para los nostálgicos?
-Es música. La misma canción puede sonar más alegre o más triste en función del estado de ánimo del intérprete. Esto (la música) es una de las pocas cosas que no entiende de fronteras. Estoy seguro de que algún día el mundo se dará cuenta de las aportaciones que ha realizado África a la música.
-Hablando de límites, ¿qué sensaciones le han transmitido estos menores que han oído sus temas y que llegaron a Tenerife a través de la inmigración clandestina?
-Tanto ellos como los otros (los escolares canarios) son el futuro y tienen que ser conscientes de una realidad que se estaba viendo llegar hace años. La integración es un arma para que el mundo esté en paz.
-¿Y usted nunca sintió la necesidad de venir a Europa?
-Un día llegó un hombre blanco a la aldea y le di la mano pensando que con ello iba a resolver mis problemas. No fue así. De joven era impulsivo como todos, pero enseguida entendí que era más útil en mi país. Me vino bien viajar y ver cómo vivían los africanos aquí para darme cuenta de que éste no era el paraíso que nos prometían, pero yo no puedo juzgar otros sueños. Lo único que ofrezco es música. Sé que no es nada comercial, pero sale del corazón. El secreto de la música africana está en la pobreza.
3 comentarios:
Las mariposas, a qué se debe este nombre. Que bueno el BLOG, MUCHAS FELICIDADES. Una oruga en proceso de migración
a mi no me parece tan bueno.Se limitan a copiar y pegar de otras páginas dedicadas al tema de la inmigración.
saludos!
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