Silvia Torralba / Redacción (30/01/2008)
“Irak estaba en guerra y gobiernos como el de Gran Bretaña no daban visados ni permitían salir como turistas a los hombres de entre 18 y 40 años, la idea era que siguieran luchando. Yo tenía una beca para hacer mi doctorado en Oxford, pero no me dejaron entrar porque tenía 24 años y era potencialmente un soldado. Conocía al cocinero de la embajada española en Bagdad y a través de él llegué a Barcelona. Una vez allí, me dieron el visado y pude acabar la beca en el Reino Unido.”Era el año 1981 cuando Pius Alibek llegó a Barcelona huyendo del conflicto armado que vivía Irak. Llegó como refugiado, dejando atrás su entorno natural, y ahora desde la distancia explica que el enriquecimiento radica en el hecho que “una persona nunca será libre si no lleva sus raíces encima”. Así, con sus raíces encima, empezó una nueva vida y puso en marcha un restaurante que todo lo que ofrece mira hacia su país.
También hace dos décadas llegó desde Praga Mònika Zgustova. “Venía refugiada de un país totalitario comunista, después de pasar por India y Estados Unidos con mis padres. La gente no entendía que hubiésemos marchado a causa de una dictadura de izquierdas porque habían pasado pocos años desde la dictadura franquista”, dice. Y añade: “Veinte años después ¡todavía hay papeles que me faltan!”.Alibek y Zgustova son dos de las nueve voces de personas refugiadas que recoge El enriquecimiento de la pérdida, un libro publicado por la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado-Cear para dar a conocer las aportaciones positivas de los refugiados en Cataluña y el resto del Estado.
Lee El enriquecimiento de la pérdida. El libro es gratuito; para adquirirlo puedes escribir a la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado, al correo enriquimentdelaperdua@cear.es
Nota publicada por: www.canalsolidario.org
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