POST DE IGUALES EN LAS 3000

SEÑALES DE HUMO PARA DESPUÉS DE NAVIDAD
Posted: 26 Dec 2007 10:54 AM CST

Un comentarista anónimo nos “recriminaba” muy lacónicamente que no felicitáramos la Navidad en este blog. Podríamos llenar cientos de post e imágenes para justificar esta feliz “no felicitación”. Lejos de ser unas fiestas que pregonan sentimientos y afectos familiares o religiosos, son fiestas que se miden - cada vez más- según el nivel adquisitivo y la inevitable escenografía consumista de los medios de comunicación. Sin embargo, hay un poso de autenticidad que mantienen las fiestas navideñas y es el poso de la nostalgia, del año que termina, de lo que hicimos y no hicimos, de lo que quisimos y no pudimos, de lo que pudo y no pudo ser, de los que están y de los que nos dejaron, de la reflexión en definitiva sobre nuestro lugar en el mundo y las consecuencias de nuestros actos.

Y esta reflexión nos puede asaltar en el lugar más insospechado. Me pasó ayer mismo, al ver un cartelón ante la entrada de un parque zoológico. La imagen de un gran gorila que me miraba fijamente desde una valla publicitaria me recordó no sólo su paradójica humanidad, sino también cierto pasaje de la colección de ensayos que llevan por título "La conquista de la felicidad” de Bertrand Russell -que releo en estos días- y que hablaba precisamente de los ojos de los monos. No pude evitar mirar el cartel y mirar a los ojos del gorila. También recordé un reciente e interesante post acerca de los homínidos y sus habilidades casi humanas para la aritmética que leí no hace mucho en Zooglea que me propició una serie de comentarios y reflexiones con su autor.

Quise mirar mas allá de los ojos de la imponente imagen en cuatricomía de ese anónimo gorila que me miraba con esos “ojos tristes”, esa misma y extraña tristeza de la que hablaba el gran filósofo y matemático inglés. Al observarlos fíjamente uno podría imaginar que los monos quisieran ser humanos, pero que no pueden descubrir el secreto para conseguirlo, que en los avatares evolutivos y por una misteriosa razón, extraviaron el camino, sus parientes humanos siguieron el camino adecuado y ellos el erróneo, quedando relegados muy atrás en la carrera del conocimiento.

Podríamos llamarlo odio , angustia o simplemente, desesperación. Desesperación de estar en un cuerpo peludo y salvaje que no puede contener ni comprender el misterio de su evolución, un cerebro demasiado pequeño para asimilar lo que ven sus ojos y el porqué de su injusta situación. Algo de esa tensión o angustia existencial parece que hemos heredado en los genes los humanos . Aparentemente no estamos atrapados en sólidas jaulas de acero o vallas electrificada, pero estamos atrapados por la invisible y dañina angustia de “saber” que hay algo mejor casi al alcance de nuestra mano pero que no sabemos ni como ni dónde ir a buscarlo. En su ofuscación se sentirá tentado a ir en contra de su misma especie, hombres y mujeres descarriad@s e infelices como él.

Ejercerá el odio, el poder o el maltrato hacia quienes considera inferiores o un obstáculo para el logro de su pretendida felicidad. La violencia de género es sólo la punta el iceberg. Quizá sea el momento de reflexionar a los ojos de la evolución si no sería mejor intentar comprender no sólo de dónde venimos sino también reflexionar hasta donde hemos llegado.“ Para encontrar el buen camino fuera de esta desesperación, el hombre debe ensanchar su corazón, como ha ensanchado antes su cerebro”Esta cita de Russell bien podría valer como nuestro particular mensaje de Navidad.